No necesitamos políticos que golpeen

Había una furiosa pelea en el Parlamento, y ahora once diputados están suspendidos. Un miembro de la Liga Norte que intentó golpear a un colega de otro partido es suspendido por quince días, otros tres implicados en la pelea son suspendidos por siete días, además de un diputado que hizo un gesto de pertenencia a la Décima Mas, y uno de sus compañeros quien arrojó una silla al aire como una bala voladora. Luego hay otros tres honorables diputados castigados por insultos y malas palabras.

La lucha grecorromana ha aparecido varias veces en los informativos., todos lo hemos visto una y otra vez. También lo están viendo en el exterior, incrédulos y divertidos. es un mensaje nefasto: tenemos parlamentarios, no pocos y no de un solo partido, para quienes la lucha política, el choque de ideas, en algunas ocasiones, y ésta es una de ellas, puede-debe convertirse en una lucha física. Para demostrar que tienes razón tienes que vencer más.

Le demuestras a tu oponente que está equivocado si lo derribas al suelo. Puede que les parezca extraño, pero los agricultores tienen esta misma idea: soy hijo de agricultores, y una vez que las noticias mostraban al presidente de los Agricultores Directos tomando un café y le temblaba la mano, mi madre campesina se tocó la cabeza y exclamó: “¡Gesummaria!, ¡en qué manos estamos!”. Estaba convencida de que para defenderla bien su presidente tenía que ser sano y robusto, un boxeador en definitiva.

La lucha política, como toda lucha, es una cuestión de músculos y bíceps. Cuando intentaba ganarse la admiración de los campesinos, el Duce se mostraba con el torso desnudo, decidido a introducir las gavillas de espigas en la trilladora. Lo vi y debo decir que sus músculos no estaban en mal estado.

Era su cerebro, lo que le faltaba. Cuando se mostró con voz atronadora: “La declaración de guerra ya ha sido entregada a los embajadores de Francia e Inglaterra”, estaba perdiendo la cabeza. Pero el pueblo está convencido de votar y enviar a sus representantes al Parlamento para defender sus intereses con dialéctica, con palabras: gana el que piensa mejor, el que habla mejor, el que sabe más.

El hombre del pueblo sabe diez palabras, el político sabe cien, por eso es político. El espectáculo de los puñetazos en el Parlamento arrasa con este concepto. Estos políticos llegaron al Parlamento porque dan golpes terribles.

Con este pelea caótica no es que haya ganado algún parlamentario o algún partido, aquí todo el Parlamento se ha deshonrado: el pensamiento de la gente, ahora que ha visto el indecoroso alboroto, es: “Lo siento, pero no os necesitamos: sabemos cómo Para hacer estas cosas solo, puedes irte.”

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