Por qué apoyar las inversiones alemanas en GNL es un obstáculo, no un puente hacia el futuro – Euractiv Italia

Por qué apoyar las inversiones alemanas en GNL es un obstáculo, no un puente hacia el futuro – Euractiv Italia
Por qué apoyar las inversiones alemanas en GNL es un obstáculo, no un puente hacia el futuro – Euractiv Italia

La reciente decisión de la Comisión Europea de dar luz verde a 40 millones de euros en ayuda estatal para una nueva terminal de gas natural licuado (GNL) en Brunsbüttel, Alemania, es una apuesta miope y plagada de problemas ambientales y legales.

Stéphanie Nieuwbourg es experta jurídica en ClientEarth.

La terminal en cuestión es una de las 11 nuevas terminales de importación de gas fósil previstas a lo largo de la costa alemana. El gobierno alemán ha elogiado estos proyectos como necesarios para la seguridad energética y para reducir la dependencia del gas ruso, justificando así un importante apoyo financiero y atajos para impulsar su desarrollo.

Este tipo de inversiones se venden vagamente como una oportunidad para hacer la transición a gases renovables, como el “hidrógeno verde”, que según los expertos evitaría el bloqueo de los combustibles fósiles. La realidad es la contraria: los expertos han subrayado que terminales terrestres como la de Brunsbüttel provocarían un exceso de capacidad de gas y que depender de la infraestructura para el uso futuro del hidrógeno es demasiado incierto y problemático.

El riesgo es que este “puente” se convierta en un obstáculo permanente, manteniendo los niveles actuales de contaminación y bloqueando el uso a largo plazo de gas fósil, al tiempo que retrasa inversiones y acciones para la transición hacia las energías renovables.

La Comisión se jacta de objetivos climáticos audaces, pero en este caso no los cumplió.

La decisión de la Comisión de aprobar el gasto de grandes sumas de dinero público de esta manera sienta un precedente preocupante para futuras decisiones de ayuda estatal a proyectos de gas fósil y podría influir en decisiones problemáticas sobre el hidrógeno y el bloqueo en otros contextos comunitarios y nacionales.

“Hidrógeno listo”: una apuesta incierta y cara

Una justificación preocupante de la Comisión para aprobar la ayuda es que la terminal de Brunsbüttel estará “lista para el hidrógeno”. Según las nuevas normas sobre ayudas estatales de la UE, cualquier nuevo proyecto de infraestructura de combustibles fósiles que requiera financiación pública debe, en principio, demostrar que está preparado para el hidrógeno, es decir, que puede utilizarse para importar hidrógeno u otros gases renovables, o en cualquier caso demostrar que no son un obstáculo para los combustibles fósiles.

A pesar de no poder importar hidrógeno desde el principio, Alemania dice que la terminal podrá hacerlo eventualmente.

Sin embargo, convertir la infraestructura existente de gas natural licuado (GNL) para que pueda manejar hidrógeno es complejo y costoso. No está claro hasta qué punto Alemania y la Comisión han verificado que la empresa dispone de un plan técnico y viable, así como de financiación suficiente para convertir la terminal. En ausencia de estos elementos, es probable que el proyecto siga ligado al gas fósil en el futuro previsible.

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En cualquier caso, la Comisión debería haber adjuntado a su decisión de aprobación condiciones jurídicamente vinculantes y un calendario para dicha conversión. Al aprobar la ayuda sin condiciones, la Comisión confía ciegamente en que la empresa cumplirá sus compromisos en el futuro, sin ningún medio para garantizar su implementación.

Se necesita un enfoque diferente, uno que no se limite a preguntarse si algunos proyectos podrían, en teoría, ser capaces de utilizar hidrógeno en el futuro. En cambio, la Comisión debería evaluar de manera significativa si el proyecto puede y será reconvertido fácilmente y sin costes adicionales significativos.

Otras preguntas cruciales son si tiene sentido desde el punto de vista económico y ambiental promover una infraestructura que respalde un aumento masivo en el uso de hidrógeno, y si es probable que haya suficiente oferta o demanda de hidrógeno dentro de 20 años y más. En casi todos los casos, la respuesta será negativa.

Alimentando la crisis climática

Es evidente que la terminal de Brunsbüttel tendrá un enorme impacto sobre el clima. Sin embargo, la Comisión parece haber pasado por alto la cuestión, a pesar de que las emisiones posteriores del proyecto van en contra del presupuesto de carbono legalmente vinculante de Alemania y socavan sus propias leyes.

Las terminales enumeradas en la Ley alemana de aceleración del GNL sólo podrán utilizarse para importar gas fósil hasta 2043. Este plazo fue suficiente para que la Comisión creyera que Brunsbüttel no creará un futuro bloque de gas fósil. Sin embargo, suponer simplemente que se cumplirá un plazo porque está escrito en la ley es ingenuo.

Para evitar el bloqueo, la Comisión debe evaluar efectivamente el riesgo de que los objetivos, ya sean estatutarios o no, no se alcancen. Si no lo hace, la Comisión está contribuyendo a condenar a Alemania y a la UE a una economía con altas emisiones de carbono durante las próximas décadas.

La construcción masiva de infraestructura de importación de GNL por parte de Alemania también incentiva a otros a ampliar sus capacidades de extracción y exportación de gas. Las emisiones adicionales vinculadas a estos proyectos ponen en riesgo las obligaciones climáticas internacionales en virtud del Acuerdo de París. La Comisión tiene el deber de garantizar que los proyectos, incluido el de Brunsbüttel, no socaven las leyes medioambientales existentes.

La urgencia de la crisis climática exige acciones audaces. Aprobar y financiar públicamente nuevas infraestructuras de combustibles fósiles como la terminal de Brunsbüttel no está en consonancia con los objetivos climáticos del país y de la UE.

Ha llegado el momento de que la Comisión desempeñe su papel en lo que respecta al liderazgo climático.

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