El amor y la política que surgen del encuentro con los demás.

El amor y la política que surgen del encuentro con los demás.
El amor y la política que surgen del encuentro con los demás.

¿A dónde va la conciencia cuando dormimos? En las regiones más recónditas del ego o, quizás, del tú. De un tú lejano e irrecuperable o cercano, lo más cercano posible. El borde del cuerpo es entonces capaz de hablar y escucharnos: con él -con el cuerpo del otro, silencioso- Niccolò Nisivoccia establece un puente estrecho e íntimo en Un diálogo nocturno (prefacio de Luciana Castellina, Industria & Letteratura, pp. 104, euro 12), poema en prosa de la factura jaccottetiana que confirma la tensión meditativa del autor, ya expresada en Variaciones sobre el vacío (Las Mariposas, 2020).

Dividido en cuarenta estrofas entretejidas con ecos de Groddeck a Char, de Camus a Betocchi, de Fitzgerald a Szymborska, el texto es una interrogación sobre el amor y la política que combina verdad, moralidad, preocupación y existencialismo. «Esta relación con los demás – observa Castellina –, esta llamada a cuidar de ellos, que pasa por la indispensable mediación de las palabras, el autor la define como política. Correctamente. Pero no existe correspondencia entre el lenguaje y el mundo. Y por eso se necesita algo más: reconocer el derecho de cada ser humano a su diversidad”.

LA NOCHE Y EL AMANECER, el inconsciente y la conciencia, el sujeto y el receptor, las dimensiones pública y privada, la lucha y la entrega: Nisivoccia procede a través de opuestos, construye su razonamiento lírico sobre tesis-antítesis para revelar las inconsistencias antinomianas, las grietas, la coincidencia fáctica del sentimiento. y compromiso. «Entonces no, en mi opinión no hay diferencia entre política y amor, entre amor y política. Incluso la poesía: es política incluso cuando nace como poesía de amor. El amor como gesto político, por tanto; y la política como forma de amor, como forma de cuidado, como gesto concreto.”

Es sobre la base de este fuerte ethos que Nisivoccia implanta su noción de responsabilidad, probablemente camusiana, fundada en la certeza de la esencia única de este mundo y, por tanto, trágica, irrepetible. El tiempo pasa, las utopías se desvanecen en ilusiones, sólo se conserva la respiración de los cuerpos, la obstinación de los estados de ánimo. La historia está en juego, pero algo resurge de los sacrificios: como en Vocación de San Mateo por Caravaggio la mano de Jesús ilumina: «¿Qué ilumina nuestro camino, nuestras elecciones? ¿Quizás la sensación de un presagio, o de una promesa a cumplir, a cumplir?”. “El coraje de permanecer cerca” es, pues, la otra cara de no saber si, más allá de las mantas de la vida, un poco más allá, todavía podremos volver a vernos.

LA ELECCIÓN ES PLANIFICAR de nuevo una realidad desmantelada, deshilachada en los bordes: aquí está el amanecer de la noche, todo sigue donde estaba, el cuerpo vuelve a su inocencia, se despierta. Ya no puede oír. Un grito de alegría basta, según Nisivoccia, para empezar de nuevo. «Y es al final del día, cada día, cuando nos dejamos y nos volvemos a encontrar».
al.fra.

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