«La amante del astronauta», la alegre revuelta de un encuentro

Verano y mar. La combinación adecuada para barajar las cartas y empezar un nuevo juego, con reglas diferentes y resultados sorprendentes. Puede parecer trivial, pero en otoño ciertamente funciona menos en las colinas. En cualquier caso, Pedro y Maxi se encuentran en una casa compartida con otras personas ávidas de momentos efímeros que no requieran de larga duración. Es el período de vacaciones, salidas o regresos. Lo ordinario no se puede abandonar, simplemente se pone entre paréntesis. Y estamos satisfechos con esto.

LOS DOS JOVENES se conocían. Un recuerdo lejano, casi perdido en un rincón escondido de la memoria. Ahora han crecido lo suficiente como para no ser completamente adultos. El primero, de madre española y padre argentino, es gay, el segundo es heterosexual y soltero. Se encuentran inmediatamente, sin siquiera mirarse. Inmediatamente inseparables, ríen, bromean, juegan con la “paradoja del mentiroso”, modificando sus términos, evidentemente en una versión sexual. Por otro lado, las erecciones, las medidas anatómicas y los glúteos se encuentran entre sus temas de discusión favoritos.
Míralos en un videoclub indecisos si alquilar Eduardo manos de tijera (con referencia adjunta al corte accidental de los genitales) o Hombre en la luna Les hace parecer de otra época. De vez en cuando sucede que te quedas en un apartamento sin wifi. Más allá de la tecnología, es todo el contexto el que da indeterminación, espacial y temporal, como si se tratara de un cuento de hadas en un lugar encantado.
Provocación tras provocación, alusión tras alusión, Pedro y Maxi se acercan cada vez más. Un acercamiento a algo que antes de aquellas vacaciones parecía imposible. Una amistad veloz que está a punto de convertirse en algo más.

ESTEen resumen, es la delgada trama de El amante del astronauta, escrita y dirigida por Marco Berger. Después de nueve largometrajes, en su décima película, el director porteño de 47 años llega por primera vez a Italia (a excepción de los festivales) con una alegre comedia que captura a dos personas en estado de gracia. Un momento en el que estéis dispuestos, al mismo tiempo, a mostraros y acogeros, a hablar y escuchar, a confiar en la curiosidad. Desde este punto de vista, el hecho de que los dos protagonistas tengan orientaciones sexuales diferentes y convergentes parece ser un verdadero recurso narrativo. No estamos investigando nada específico. En la película, la pregunta que se plantea concierne a todos. ¿Cómo comienza una amistad y cómo podría transformarse? Y, sobre todo, ¿puedes estar seguro de que dar un paso más no acabará por arruinar esa relación? Preguntas que cada uno de nosotros habremos afrontado varias veces, con valentía o miedo, con despreocupación o reflexionando sobre los posibles efectos de una elección sin retorno.

El amante del astronauta fue creado en la lúgubre Argentina de Javier Milei, el exterminador de toda forma de expresión que no sea la del varón blanco que subyuga a las mujeres. Frente a este oscuro imaginario, la cuestión no es la inclusividad, la homosexualidad o todos esos términos que el nuevo presidente abolió por decreto. Está en juego ese sentimiento de libertad que pertenece a la comunidad y que es la condición para la posibilidad de toda elección. Por eso Pedro y Maxi, a su manera, cuentan un mundo diferente. Un universo lamentablemente paralelo, lejano al poblado de horrores, guerras, prejuicios, discriminaciones, que no se identifica sólo con la Argentina de Milei, sino con porciones enteras del planeta. Berger contrastó la brutalidad de lo contemporáneo con la estrategia del “felices para siempre”. ¿Será suficiente para una revuelta alegre?

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