«Solos y en dificultades, necesitamos ayuda» Il Tirreno

Livorno «Estamos solos la mayor parte del día. Necesitamos que alguien nos ayude”. Dos mujeres, una madre y una hija, ambas en sillas de ruedas. Piera Biagianti, de 80 años, vive en Scopaia. Ella nunca se rindió, ni siquiera cuando llegó la enfermedad y le impidió caminar. No podía permitirse el lujo de dejar de hacerlo –dice– porque su hija Fabiana, de 50 años, vive con ella y siempre la ha cuidado. Ahora, sin embargo, las cosas han cambiado porque la silla de ruedas ya no le permite la libertad de movimiento que antes le permitía. Seamos claros: intenta hacer todo como si nada, pero tiene que lidiar con la realidad. «Todavía puedo cocinar – explica la mujer – pero la mayor dificultad es guardar la compra o sacar los productos de las estanterías. No es fácil”. En efecto, como señala Piera Biagianti, por la mañana hay un empleado de una cooperativa social que ayuda a las dos mujeres, pero los problemas se manifiestan sobre todo por la tarde y por la noche, cuando se encuentran completamente solas en casa. Así que para las emergencias cuentan con el buen corazón de un vecino que cruza el umbral de la casa para brindarles ayuda. «Por ejemplo, para coger algunos objetos de la terraza – dice la mujer – pero no podemos cargarla. Necesitamos que alguien se quede con nosotros parte del tiempo”.

Biagianti niega con la cabeza y dice sentirse abandonada sobre todo por las instituciones. Ella es quien – explica – trabajó durante 30 años para el Ayuntamiento de Livorno. «Estuve 14 años en la cocina del centro comedor – continúa la mujer – luego en una guardería municipal y también en el Centro de la Infancia, la Adolescencia y la Familia (Ciaf). Nunca me contuve a pesar de que tenía que cuidar a mi hija. Siempre he trabajado con pasión y salir de casa también era la forma de divertirme en medio de muchas dificultades.” Y son precisamente esas instituciones en las que trabajó como empleada pública a las que acude ahora Piera Biagianti porque el dinero que entra en esa casa ya no alcanza para los gastos de comida, facturas y medicinas. “Ciertamente no alcanzan para pagar ni siquiera a un cuidador que permanece con nosotros la mayor parte del día”, especifica la mujer que dice haber recurrido al Ayuntamiento como el organismo más cercano al ciudadano. «Por desgracia, me han dicho que no hay dinero para nuestra ayuda – subraya Biagianti – pero seguimos creyendo en las instituciones y que alguien decide ayudarnos».

Es casi la hora del almuerzo y Piera Biagianti se dirige a la cocina y luego se acerca a los fogones. «Esto es lo que pasa – dice, sacudiendo la cabeza – si algún ingrediente está demasiado alto no puedo alcanzarlo. Es realmente muy difícil para mí, a pesar de que la buena voluntad y la determinación nunca fallan, pero no está bien que dos mujeres estén abandonadas a sí mismas. Quien sea responsable, que se lleve la mano a la conciencia”.

De repente suena el timbre y Piera Biagianti sonríe. «Ella es mi vecina, vino a traernos víveres. Es impensable que, en 2024, a los responsables no les interesen dos mujeres solteras. Por suerte todavía hay gente amable, pero esto no puede ser la solución a todos los problemas”, dice cerrando la puerta tras de sí.

MONTE

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