deja de confeti y harina

Sobre los adoquines de la entrada de Sarpi, las lentejuelas doradas, lanzadas por los lanzadores de confeti, se mezclan con la lluvia formando una mancha blanca. Se podría pensar en un remanente de mortero de una obra cercana, pero en realidad se trata de harina arrojada al hombre maduro de turno. Dejar atrás cinco años de arduo trabajo, entre Platón y Plutarco, Eurípides y Eurípides, es un momento catártico para muchos. Digno de ser celebrado, tanto es así que, en estos días de exámenes orales, el resultado de un estudio final “loco y muy desesperado”, como dijo Leopardi, el grupo de amigos y familiares, que esperan ansiosamente, en Piazza Rosate, es nunca falta. Sale el finalmente maduro y nos vamos, el espumoso florece, cantamos, brindamos y tiramos un poco de todo al aire. Confeti, pero también harina y con eso, asegura el subdirector, profesor Arturo Moretti, “también se echan huevos y tomates”. Un poco de todo, con un exceso lúdico que la dirección del instituto de la ciudad decidió apaciguar colocando carteles en las austeras columnas.

“Se invita a los estudiantes a no celebrar la conclusión de los exámenes dentro del pórtico de la escuela secundaria y en el área frente a ella para evitar desfigurar los elementos arquitectónicos así como los autos estacionados”. Nada perentorio, ni una prohibición real. «Nada comparable a lo que la Universidad decidió en materia de celebraciones – se cuida de señalar Moretti -. Se puede celebrar a los niños, pero con respeto por las cosas que les rodean y también por los que viven cerca del colegio. También porque entonces los conserjes tienen que limpiar.” Un poco como les pasa a los sacristanes de la catedral cercana, después de las bodas. “No queremos que los vecinos se quejen”, concluye Moretti. Y de hecho, siempre en la misma plaza, también se encuentran las aulas del Departamento de Lenguas, Literaturas y Culturas Extranjeras de la Universidad que tiene ideas claras y contrarias en materia de partidos. Es posible que algunos huevos arrojados terminaran en los parabrisas de los autos estacionados, mientras que la otra posibilidad de daño a los elementos arquitectónicos del liceo podría pensar en vidrios rotos o en las manchas rojizas de los mármoles y piedras de San Marzano. Los tomates, también como los de los estudiantes, están muy maduros.

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