Una investigación desde abajo intenta arrojar luz sobre los costes sociales y las nuevas desigualdades de Bolonia

Una investigación desde abajo intenta arrojar luz sobre los costes sociales y las nuevas desigualdades de Bolonia
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Ciudades que producen, que cambian, que expulsan. Ciudades cada vez más desiguales, que tienen costes -económicos, sociales, medioambientales- que las estadísticas tradicionales rara vez logran inmortalizar. Por este motivo, se lanzó en Bolonia la encuesta social sobre los costes de la ciudad, realizada por la CGIL de Bolonia e Imola y el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de Emilia-Romaña (Ires) junto con Arci, Link, la Unión de Universidades Estudiantes (Udu) y Piazza Grande. El objetivo es ambicioso: realizar “una investigación social desde abajo”, con un punto de vista alternativo e independiente sobre las transformaciones de la ciudad. Desde la precariedad laboral hasta la dificultad de acceder a servicios públicos como la sanidad, el transporte, la educación, pasando por el alza de los precios de los alquileres y la inflación. Desde mediados de febrero, los ciudadanos podrán participar a través de un cuestionario anónimo, que se podrá rellenar en línea ambos en formato papel: los primeros resultados llegarán en junio.

“Hemos iniciado la investigación para responder a una necesidad: hoy los datos oficiales ya no pueden ofrecer una imagen del estado de las desigualdades”, explica Gianluca De Angelis, investigador del Ires que lleva a cabo la investigación. “¿Cómo se mide hoy el nivel de bienestar? La respuesta no es obvia. Nuestra hipótesis es que la diferencia entre quienes pueden vivir una vida digna y quienes no, ya no pasa por el trabajo: trabajar puede no ser suficiente, por ejemplo, si no se tiene una vivienda propia, o no se tiene acceso a otras formas de ingresos”. Esto se aplica a Bolonia, pero también a muchas otras ciudades: “Hoy el capitalismo es cada vez más un capitalismo de renta, no de producción”, afirma De Angelis. El punto de partida es que hoy Bolonia es una ciudad que expulsa: el Municipio pierde habitantes, mientras que el primer cinturón periférico y las periferias extremas de la ciudad metropolitana, como los Apeninos, los ganan. La punta deliceberg son las enfermeras que dimiten porque el coste de la vida es demasiado alto en la ciudad, o los profesores que no ocupan puestos en Bolonia porque el mercado inmobiliario está saturado y sujeto a una fuerte especulación. “Como CGIL no podemos quedarnos quietos, si actuamos como espectadores de estas transformaciones sociales corremos el riesgo de que la cara de la ciudad cambie en unos pocos años”, declaró Michele Bulgarelli, secretario de la Cámara del Trabajo de Bolonia.

Un foco específico de la investigación son los servicios públicos, que parecen estar perdiendo el peso que desempeñaron en la reducción de la desigualdad. No hablamos sólo de la presencia o ausencia de servicios, sino también de su accesibilidad y de la diferente capacidad de elección de las personas: “Pongamos como ejemplo las escuelas – continúa De Angelis -. No sólo hay zonas donde no hay ninguna y otras donde hay muchas, sino que también existe el llamado fenómeno vuelo blanco, que consiste en la actitud de las familias más adineradas de evitar determinadas escuelas en determinadas zonas o contextos culturales. De esta manera, la escuela pierde su función de reducir la desigualdad y, de hecho, la exacerba”.

Para tener perspectivas alternativas y dar voz a quienes no aparecen en los datos oficiales, el cuestionario también se distribuye fuera de los circuitos clásicos, en los mercados de los pueblos, en los comedores populares, en covivienda alojamiento. aparte de eso en línea, es posible completarlo en papel, para poder involucrar a un objetivo que luchan por utilizar los medios digitales, especialmente las personas mayores. Actualmente ya se han cumplimentado más de 2.500 cuestionarios: el 58% de la muestra está compuesta por trabajadores y el 34% por pensionistas. Y el 30% de los encuestados no son miembros de sindicatos. Los datos sobre los estudiantes, sin embargo, son muy bajos por el momento: “Nos resulta más difícil hablar con los jóvenes – afirma el investigador de Ires -. En la investigación también colaboran asociaciones de estudiantes como el Sindicato Universitario y la Red de Estudiantes Medios, pero nos descuentan un inclinación Punto de partida: los más jóvenes reconocen menos el papel del sindicato. Y luego está la cuestión de la competencia por la atención, que es cada vez más feroz”.

El objetivo principal de la encuesta no es alcanzar una cantidad de respuestas que sea estadísticamente representativa, sino centrarse en las correlaciones, para comprender si existen relaciones entre diferentes variables. “Incluso antes de leer los resultados – explica De Angelis – ya imaginamos encontrar algunas correlaciones: por ejemplo, aquellos con mejores condiciones económicas probablemente tendrán una segunda vivienda para alquilar. O aquellos que viven lejos del centro tendrán un acceso más limitado al transporte público y a los servicios de salud. Lo que será interesante será medir estas correlaciones, o quizás observar otras menos obvias. Estas son cosas que sólo se pueden hacer a través de una investigación social de este tipo”.

La investigación social, en realidad, no es una simple investigación sociológica: es una metodología que se generalizó en los años setenta, período histórico en el que se consolidó la idea de que los derechos de los trabajadores no sólo se establecían en el lugar de trabajo, sino también fuera de él. “Lo que ocurrió dentro de las fábricas estuvo fuertemente interconectado con lo que sucedió en la zona – concluye De Angelis -. Y, de hecho, el sindicato, a través de negociaciones sociales locales, negoció servicios públicos con las autoridades locales: hoy esta práctica todavía existe, pero está menos extendida. Esta investigación social tiene como objetivo recuperar esta visión de conjunto y volver a considerar la cuestión del trabajo estrictamente interconectada con otros derechos: transporte, salud, vivienda”.

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