Spanga-Italia en la Eurocopa, el comentario del partido

Que no os engañe el 1-0 final. Este es un resultado muy engañoso. Con la excepción del último intento de forzar de Italia, España nos ocultó el balón durante 80 minutos y sólo tuvo el defecto de no terminar antes un partido dominado. Una diferencia técnica individual y colectiva que por momentos resultaba casi vergonzosa: sabíamos que ellos eran más fuertes que nosotros, pero no tanto. No había competencia, ellos jugaron, nosotros, aplastados en la zaga, intentamos resistir gracias a Donnarumma, el mejor en el campo. Tiros totales 20 a 4, una diferencia enorme en peligrosidad, frescura, regate, calidad, creatividad. Spalletti, a pesar de sus dudas la víspera, decidió no distorsionar el equipo presentando la misma formación que en el debut: en retrospectiva, hubiera sido mejor cambiar a más de un jugador y tal vez proponer una Italia físicamente más dura desde el principio. Pero la distancia con España fue sobre todo técnica.

Spalletti es un entrenador moderno, que prefiere un fútbol ofensivo compuesto de regates, movimientos, verticalizaciones: admiramos a su Nápoles, conocemos sus capacidades, sus genialidades, sus brillantes ideas. Pero las ideas caminan sobre las piernas de los hombres. Y es que varios de nuestros intérpretes carecen de algunas características fundamentales en el fútbol actual: intensidad, resistencia, pierna y, sobre todo, capacidad de apuntar y saltar al hombre. Aparte de Chiesa, ayer nulo y nada ayudado por un Di Lorenzo desastroso, no hay nadie que intente regatear para crear superioridad numérica. No es sólo una cuestión de técnica y coraje individual, sino de costumbre. Si España consigue recrear cíclicamente grupos de jugadores de gran calidad que intentan constantemente la jugada, no puede ser casualidad.

Hablemos del movimiento futbolístico: aman y buscan un fútbol más espectacular y ofensivo que el nuestro y lanzan sin miedo a jóvenes talentos, a menudo muy jóvenes, dándoles espacio incluso en los grandes clubes. Les permiten crecer jugando e incluso cometiendo errores. Ver a un veinteañero como titular en nuestros grandes clubes es un espejismo. Como mucho, quienes los tienen los ceden para ganar experiencia o los venden, prefiriendo a treintañeros con más experiencia en las grandes competiciones. Siempre tenemos miedo de correr riesgos, llenándonos la boca con el “peso de ciertas camisetas” y con el “asombro que los jóvenes pueden tener en determinadas etapas”. Disculpas. El coraje y la audacia no forman parte de nuestra mentalidad que, salvo muy raras excepciones, sigue siendo defensiva y está más orientada a no recibirlos que a darlos. Somos maestros de la táctica, pero no del coraje. Desde los sectores juveniles venimos enseñando todas las estrategias tácticas, pero hace tiempo que nos olvidamos de pedirles a nuestros jugadores jóvenes que arriesguen su juego y su regate. Preferimos el pase lateral a 5 metros, en lugar de intentar apuntar y saltar al hombre. Tenemos equipos de clubes que juegan más horizontalmente que verticalmente. En nuestra Serie A los atacantes y laterales que crean superioridad numérica son pocos y todos extranjeros. En la alineación inicial de Spalletti sólo Chiesa tenía ciertas características: detrás de Scamacca, invisible ayer, Frattesi tiene capacidad de inserción y Pellegrini buena calidad, pero ni uno ni otro saltan al hombre con facilidad.

En Italia somos muy buenos subiendo y bajando del vagón. Hay una diferencia entre Italia y España, pero ni siquiera otras selecciones nacionales célebres como Inglaterra brillan. El camino es todavía largo, ciertamente hoy es difícil entender dónde encontrar las claves adecuadas para relanzar un grupo que sale reducido de esta carrera. Pero si no podemos competir a nivel de calidad intentaremos hacerlo con estrategia, intentando ganar aprovechando momentos, cubriendo nuestros límites y explotando nuestras cualidades. Jugar hoy en igualdad de condiciones con España e intentar imponer el juego parece medio suicidio. No estamos en ese nivel, entenderlo y aceptarlo es el mejor comienzo para encontrar contramedidas.

Ahora está Croacia, aunque sus viejos talentos parecen cansados ​​y al final del ciclo siguen siendo un grupo de calidad que puede vencernos en el partido único. Tenemos dos resultados de tres para seguir adelante. Si perdemos, tendremos que esperar pasar junto con otros equipos terceros. Quedan unos días para recargar pilas, encontrar certezas e ilusión. No todos los oponentes son España, competimos con muchos otros. Así que evitemos los caprichos, pero también la de profundo. Ahora lo importante es pasar de grupo, luego viviremos partido tras partido. Hay oportunidades de crecer con nuevas estrategias, pero crear jugadores que lamentablemente no tenemos es imposible. Para eso hará falta tiempo y una revolución cultural.

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