Cáritas del Duomo y la inundación: 200 familias ayudadas, “Increíble solidaridad”

Cáritas del Duomo y la inundación: 200 familias ayudadas, “Increíble solidaridad”
Cáritas del Duomo y la inundación: 200 familias ayudadas, “Increíble solidaridad”

Desde el día después del diluvio Casa San Terencio de Faenza, una estructura destinada a las reuniones y al catecismo de nuestros grupos parroquiales parroquia de San Terenzio en Cattedrale y San Domenicose convirtió en un centro de ayuda por las numerosas víctimas de las inundaciones de nuestra parroquia, que incluye algunas de las calles más afectadas. En los primeros días y semanas nuestros voluntarios proporcionaron sándwiches (incluso 1.500/2.000 por día), snacks, agua y bebidas a quienes palearon barro y limpiaron casas y negocios. Poco a poco surgió la necesidad de proporcionar también paquetes de compras y productos de limpieza a las familias inundadas. Y La solidaridad que se puso en marcha fue increíble: De toda Italia, y de Verona y Bérgamo en particular, llegaron alimentos, ropa, sábanas, mantas y todo lo necesario para quienes lo habían perdido todo. La primera furgoneta con bombas sumergibles, un generador que sirvió a todo un condominio durante algunas semanas, botas, palas y bombas de agua llegaron ya el primer fin de semana, y durante semanas los voluntarios del Véneto y Bérgamo vinieron cada semana con furgonetas llenas de comida y material para las víctimas de las inundaciones.

Con el paso de los meses, la Cáritas parroquial continuó distribuir alimentos a las familias inundadas de la parroquia, productos para el cuidado personal e higiene del hogar, ropa, lencería, objetos y pequeños electrodomésticos. Por la Casa San Terenzio han pasado unas 200 familias, que de momento se ha reducido a aproximadamente 70 núcleos todavía siguieron, dadas las dificultades para regresar a las casas sumergidas por 6/8 metros de agua. Mediante la organización de ocasiones de convivencia y momentos de convivencia con motivo de las fiestas más importantes, intentamos ofrecer a las familias de la comunidad parroquial afectadas por las inundaciones oportunidades de encuentro. En particular, para las personas mayores, que habían vivido en sus casas durante décadas y mantenido una profunda amistad con sus vecinos, la inundación significó la división de familias enteras, tanto la separación de sus vecinos/amigos: ofrecer un espacio en el que reencontrarse, compartir experiencias e historias, renovar vínculos ancestrales, fue importante para ellos y conmovedor para nosotros los voluntarios.

La mayor dificultad, más que práctica y organizativa, fue a nivel emocional el de acoger y comunicar con personas que lo habían perdido todo por completo. Como voluntarios, ofrecimos un hombro para llorar (¡y cuántas veces lloramos con ellos!) tratando de encontrar palabras y gestos adecuados para estar cerca de estas personas. Ha habido muchos momentos positivos: muchas personas se han convertido en nuestros amigos y comparten con nosotros la lucha de volver a casa. Son muchos los mensajes y palabras de agradecimiento que nos llegan y nos conmueven.

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