Ya lo había intentado ayer en Turín, frente a la Gran Madre de Dios, pero en ese caso fue objeto de burla por parte del ecuatoriano. Jhonatan Narváez. A cuatro kilómetros de la llegada al Santuario de Oropa, Tadej Pogacar, el chico del mechón, como lo apodan, activó el turbo y desconectó a todos. Y pensar que un pinchazo al final corría el riesgo de comprometerlo todo. Un poco como lo hizo Pirata Pantani, que ganó en el mismo lugar en 1999. Éxito, maillot rosa. Inmenso y emocionante. Partió desde el punto donde todos esperaban que comenzara, nadie pudo contenerlo. Victoria y maillot rosa para el esloveno en la etapa con salida desde San Francesco al Campo. ¿Maestro del Giro? Quizás sea demasiado pronto para decirlo, pero ciertamente tiene todo lo necesario para ganarlo. Pero todavía estamos en la segunda etapa de la carrera rosa.
“Ha sido una hermosa victoria – dijo Pogacar al final de la carrera -, el sueño se hizo realidad. Fue maravilloso ganar en la misma subida donde ganó Marco Pantani”.
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