Don Marcello Stanzione
El Viernes Santo es el día del año en el que es necesario abstenerse de carne, recordatorio de aquel Viernes Santo en el que también se observa el ayuno, que recuerda la pasión y muerte de Jesús. Algunos estudiosos creen que la elección del viernes tiene su raíces en el Antiguo Testamento. Según Gén 3,8° Adán y Eva “oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día”; la referencia meteorológica probablemente se refiere a la hora novena del sexto día (viernes) de la semana. Sabemos por Mt 27,45 que la muerte de Jesús se produjo “hacia las tres de la tarde”. Como decir que mientras Adán y Eva pecaron a la hora novena del viernes, Jesús el nuevo Adán, muriendo siempre a la hora novena (las tres de la tarde) de un viernes, redimió el error de nuestros antepasados. La interpretación de A. Scarnera parece sugerente, en El ayuno cristiano desde sus orígenes hasta el siglo IV, donde el autor – dentro de un debate más amplio de por qué se eligió el viernes para el ayuno cristiano. “La diversificación de la liturgia hebdomadaria propuesta por Didaché aparece sin justificación alguna -salvo el domingo, que tiene un claro vínculo con la resurrección-, por lo que una motivación teórica adquiere un significado más sociológico que moral, aunque esta última tesis no tenga fundamento lógico ni metafísico. Para confirmar esta interpretación errónea, los días de ayuno de los cristianos se identifican sobre la base del calendario litúrgico utilizado en Qumram y adoptado, muy probablemente, en la Iglesia de Jerusalén. Este testimonio se acercó significativamente a la única razón posible que explica claramente por qué se estableció el viernes como día de ayuno: hay un fundamento escritural que no entra en conflicto con el judaísmo. En el libro del Génesis, en el capítulo III, donde se describe el momento inmediatamente posterior a la desobediencia a Dios, el autor sagrado relata que “el Señor Dios caminaba en el huerto con la brisa del día”. Esta hora del día, cuando sopla un suave viento del este, corresponde a la hora novena del sexto día de la creación (viernes). Al mismo tiempo, en el relato de Mateo sobre la muerte de Jesús, en el capítulo XXVII, se describe el estado meteorológico de “tinieblas sobre toda la tierra desde el mediodía hasta las tres de la tarde”: Jesús muere a la hora novena del viernes. La relación exegética es clara: así como Adán y Eva pecaron el viernes a la hora nona, así Jesús redime a la humanidad del pecado a la misma hora novena del Viernes Santo. Esta es una razón mucho más teológica y exegética que disuelve cualquier motivo de conflicto ansioso y de separación hacia los judíos”. No todos los cristianos están sujetos a requisitos dietéticos. El Canon 1252 establece que “los que hayan cumplido el decimocuarto año de edad están obligados a la ley de abstinencia; Sin embargo, todos los adultos hasta los sesenta años han comenzado a seguir la ley del ayuno. Sin embargo, los pastores de almas y los padres deben velar por que incluso aquellos que, debido a su menor edad, no están sujetos a la ley del ayuno y la abstinencia, sean formados en el verdadero sentido de la penitencia. El ayuno del Viernes Santo consiste en realizar una única comida durante el día y estar muy sobrio en el resto de momentos de la alimentación. Todos los adultos hasta los sesenta años de edad están obligados a ayunar, a menos que exista una causa justa para la exención. Todos los que han cumplido catorce años están obligados a la abstinencia, que hoy consiste en renunciar no sólo a la carne sino sobre todo a alimentos y bebidas refinados y caros, así como a muchas otras cosas superfluas, siempre que se encuentren en una situación de vida normal. .
