Detengamos los suicidios en prisión, Truncè en Crotone: “Es necesario un punto de inflexión que haga época”


25 de junio de 2024 20.49 h

A continuación se muestra el discurso del presidente de la Cámara Panale de Crotone. Aldo Truncè en el maratón de oratoria “Detengamos los suicidios en prisión” celebrado hoy frente al tribunal de Crotone:

“Damos voz a los que no la tienen.” Éste es el lema de esta jornada que la Unión de Salas Penales pretendía impulsar en todo el territorio nacional, con decenas de maratones de oratoria, al ritmo apremiante de un maratón al día, que en un recorrido ininterrumpido lanza un desafío: el de mover conciencias. y poner de relieve un lugar, la prisión, que ya no interesa a nadie. Un lugar que es al mismo tiempo un no lugar, porque en las instituciones penitenciarias italianas no sólo el tiempo se detiene, se congela, cuando se cruzan los barrotes de la celda, sino que también se anula el espacio, ese espacio estrecho compartido con también muchos compañeros de desgracia, en una constante superpoblación que ahora se ha vuelto fisiológica. Las cifras de quienes se quitan la vida en las células, para detener definitivamente ese tiempo congelado, se han vuelto ahora fisiológicas. Números que ya no impresionan, como los boletines de guerra que escuchamos todos los días. Después de un tiempo ya no prestamos atención porque cuando la historia de una sola persona se suma a decenas de otras, cada caso se transforma en un número, y un número sólo expresa la frialdad de un cálculo, de una estadística. ¿Qué significado tiene entonces el hoy? La de devolver la dignidad a quienes viven ese lugar todos los días, pero también a quienes, sobre todo, han elegido no vivir más allí: hoy serán muchas las intervenciones de quienes realmente viven la prisión, a diario.

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No tendremos intervenciones de presos, pero habrá ex presos que tomarán el micrófono y luego lo entregarán a los directores de prisiones, al personal de la administración penitenciaria, a abogados, magistrados, criminólogos, operadores externos de reeducación, políticos y autoridades institucionales, escritores, psicólogos, personalidades del mundo académico, periodistas y muchas otras personalidades. Intervenciones multifacéticas, todas comprometidas y unidas por un único propósito: el de dar su contribución personal en una maratón de oratoria, que es también y sobre todo una carrera de relevos, en la que el testigo es este micrófono que pasará de mano en mano para encender ser el centro de atención y dar voz a quienes no la tienen, porque nadie puede permanecer silencioso e indiferente ante esta tragedia, este goteo, en el que cada vida rota representa un fracaso de nuestro sistema, una vergüenza que ya no podemos tolerar. . Las penitenciarías no deberían ser lugares de muerte, pero muchas veces lo son no sólo por los actos extremos que hoy denunciamos, sino también porque no se garantiza el tratamiento con tiempos rápidos de diagnóstico. Mueres en prisión, pero mueres en prisión. ¿Cuántos casos de mala gestión sanitaria he visto en treinta y cinco años de profesión? Jóvenes de treinta y cinco años mueren de apendicitis banal que deriva en peritonitis, una neumonía tratada como una gripe banal. ¿Por qué el problema de salud más simple, que se puede tratar fácilmente afuera, se convierte en un problema de salud grave en prisión? ¿Y cuántos diagnósticos omitidos hay en el ámbito psiquiátrico? La emergencia psiquiátrica es la que más preocupa, como lo demuestran los informes y expedientes sobre las mesas ministeriales, que se están estudiando en las comisiones en estos momentos. porque si el número de suicidios sigue creciendo, evidentemente los protocolos de evaluación del riesgo de suicidio son inadecuados y deben actualizarse, porque detrás de cada gesto extremo no sólo hay un drama individual, sino que está el riesgo ambiental que amplifica desproporcionadamente el riesgo. ¿Cómo afrontan quienes ingresan en prisión con un frágil equilibrio psicológico cuando tienen que lidiar con los problemas nunca resueltos de hacinamiento, deficiencias, estructuras en ruinas, falta de infraestructura, calefacción, agua caliente, personal insuficiente y códigos de conducta internos que aceptar? Éste es el riesgo medioambiental sobre el que podemos actuar y hay que hacer algo, hoy y ahora. No podemos resignarnos a este escenario desolador. Debemos reaccionar, con fuerza y ​​determinación. Es necesario un cambio radical, un punto de inflexión que devuelva el respeto a los derechos humanos y la protección de la salud psicofísica de los reclusos al centro del sistema penitenciario. No podemos olvidar que detrás de cada preso hay una persona, un alma con su historia, su pasado y las ganas de futuro. No podemos condenar a estas personas a una muerte sin sentido, negándoles el derecho a la esperanza y a un futuro mejor. Hay que inspirarse en figuras como Miguel de Cervantes, que entre los muros de la prisión encontró la fuerza y ​​la inspiración para escribir Don Quijote, a la luz de una vela, con una sola mano, porque había perdido la otra, con una pluma de ganso por pluma. Una historia de resiliencia de hace siglos que nos enseña que incluso en las situaciones más oscuras, el espíritu humano puede triunfar, si se alimenta de la creatividad, la esperanza y el deseo de redención. Creo mucho en el valor de la cultura y el arte en contextos de desesperación, porque incluso un libro, una historia, una pintura pueden ser fuente de esperanza. Podemos transformar las cárceles en lugares de cultura, formación y trabajo, donde los presos puedan redescubrir su dignidad y construir un futuro mejor. Debemos invertir en el personal penitenciario, capacitándolo adecuadamente y garantizándole las herramientas necesarias para desempeñar su trabajo con humanidad y profesionalidad. Debemos garantizar a los presos un fácil acceso a la atención médica y psiquiátrica. Debemos reformar el sistema penitenciario, orientándolo hacia el tratamiento y la reinserción social de los presos. Debemos ampliar las posibilidades de acceso a medidas alternativas a la prisión preventiva, que en parte ya existen, haciéndolas más utilizables por el poder judicial de control, proporcionando vías de rehabilitación individualizadas. Pero junto con estos proyectos con visión de futuro, hoy se necesita una respuesta más concreta, inmediata y disruptiva. No tenemos un indulto desde el año 2006 y ni siquiera recuerdo cuánto tiempo no tenemos una amnistía y las salas penales de todo el territorio nacional están en la dirección de una propuesta seria que vaya en esa dirección de una inmediata solución. Ya no podemos permanecer inertes ante esta masacre silenciosa. Es hora de actuar, de alzar la voz y exigir un cambio radical. Juntos, podemos construir un sistema penitenciario más justo y humano, donde la vida y la dignidad de cada persona sean protegidas y valoradas. Concluyo agradeciéndoles a todos, uno por uno, por unirse a nosotros en esta batalla por la civilización y el respeto de los derechos humanos. Su voz y contribución se unirán a las de cientos de otras intervenciones que ya se ofrecen a escala nacional. A diferencia de una gota de agua que pierde su identidad cuando se une al océano, tu voz no perderá la identidad de tu único y precioso aporte. Juntos podemos hacer la diferencia.

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