Bolonia de alta tensión. Los anarquistas amenazan a la junta. Alcalde y concejales bajo tutela

Bolonia de alta tensión. Los anarquistas amenazan a la junta. Alcalde y concejales bajo tutela
Bolonia de alta tensión. Los anarquistas amenazan a la junta. Alcalde y concejales bajo tutela

Un antiguo instituto, a dos pasos de la sede de la Región Emilia-Romaña, construido en el centro de un pequeño parque, a la sombra de un puñado de árboles a salvo del “racionalismo soviético” de las torres construidas a su alrededor en el Década de 1970. Este es un breve retrato de los institutos Besta de Bolonia y del parque Don Bosco, donde están ubicados. Un lugar que se ha convertido en un pretexto para el conflicto, tras el inicio de las obras de remodelación del instituto, que implican el corte de varias plantas. En un crescendo de tensiones y protestas que sacuden Bolonia, ahora también se extienden las obras de la línea roja del tranvía (con carril bici contiguo) que pasará por Viale Aldo Moro. Tensiones que derivaron en amenazas de muerte, enfrentamientos callejeros, intimidaciones continuas, en las redes sociales y en persona, a políticos y periodistas.

Los últimos se remontan al viernes por la noche, cuando doscientos anarquistas, en nombre y con el apoyo -ni siquiera silencioso- del Comité Besta, que se opone al proyecto de remodelación del instituto, desprestigiaron a todo el barrio (en particular, la sede del El club Pd), dañó los vehículos de las empresas implicadas en las obras y dejó la inscripción “Borsari muere mal” debajo de la casa del interesado, concejal de Obras Públicas del municipio. La víspera, sesenta de ellos habían resistido violentamente a la policía y a los carabineros, que se encontraban allí para permitir a los trabajadores encargados de trabajar con seguridad en el corte de algunas plantas.

Y ahora, el alcalde Matteo Lepore y la concejal Simone Borsari están bajo protección, con frecuentes pasos de policías y carabineros debajo de las casas y en los lugares que frecuentan. Luego, el miércoles, en la Prefectura, se discutirá la posibilidad de extender las mismas medidas a la vicealcaldesa de la Coalición Cívica Emily Clancy – que declaró que faltaba diálogo sobre Besta, condenando en cambio los enfrentamientos por el tranvía – y al concejal de urbanismo Raffaele Laudani, a su vez víctima de insultos e intimidaciones en las redes sociales. Pero para entender cómo empezó este delirio es necesario dar un paso atrás. Hace al menos quince años, cuando el Municipio empezó a discutir la necesidad de remodelar las escuelas de Besta. Un proyecto que permaneció en los cajones hasta 2021, cuando el ayuntamiento lo apruebe, para presentarlo, con un coste de unos 9 millones, en mayo tras el colegio. Siguen varias reuniones y juntas vecinales, mientras el proyecto continúa (y asciende a 17 millones). En julio de 2023, cuando las obras están a punto de adjudicarse, aparecen los primeros volantes firmados ‘Comitato Besta’. Un grupo de ciudadanos que se opone al traslado de la escuela a otro punto del parque (con la evidente consecuencia de la tala de árboles), a lo que los Verdes, Legambiente y Pap hacen un guiño – en abierto contraste con la administración. El Comité intenta bloquear las obras con tres denuncias a los Forestales -para proteger al pájaro carpintero que anida en las plantas-, una a la Superintendencia, para declarar protegido (desestimado) el edificio existente, incluso con un recurso judicial, que también fue rechazado. Mientras tanto, los anarquistas de Tribolo y del antiguo centro social Xm24 empiezan a gravitar hacia el parque. Se acercan al comité y se convierten, en definitiva, en su “brazo armado”. Construyen casas en los árboles y se instalan allí como vigías, con el rostro cubierto por pasamontañas. Y cuando los trabajadores llegan para las primeras intervenciones, salen al campo como saben: blandiendo palos, botellas, piedras; utilizando barreras de obra como morillos. El primer contacto, leve, se produce en enero, cuando un agente local es arrojado al suelo. Luego el 3 de abril llega la policía para escoltar a los trabajadores y ahí es el primer día de pasión. Lo que se repite también el jueves pasado, cuando los trabajadores estaban allí para “despejar el paso” al tranvía. Proyectos distintos, misma tensión. Y si el Ayuntamiento, después de los disturbios de abril, había interrumpido los trabajos en Besta para buscar una negociación (estancada) con el Comité, después de los acontecimientos del jueves quedó claro para todos que el límite estaba completo. Que los árboles fueron un mero pretexto utilizado por los sectores anarquistas para llegar a un enfrentamiento y tomar el parque Don Bosco, donde actualmente acampan una treintena de ‘compañeros’, llegados incluso de fuera de la región para apoyar la causa. Una causa en la que, para los ciudadanos “normales” (es decir, sin precedentes callejeros) del Comité Besta, parece que el fin justifica cualquier medio, incluso el más abyecto. Ahora, Digos está trabajando: ya identificó a 30 de los violentos del jueves y comenzará hoy a analizar los videos para encontrar a los autores de las amenazas. Pero quien esté detrás de esto, quien incite a la violencia y ayude a los alborotadores, no crea que está “absuelto”. Él es el mismo involucrado.

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