“Son chicos de buenas familias, trafican para pagar la droga”

Ferrara, 17 de junio de 2024 – Sus ‘hazañas’ son frecuentes filma con tu celular y publicado en redes sociales como TikTok e Instagram. El alcohol y las drogas los transforman. “Son ocho niños, todos menores de edad e italianos, en su mayoría vienen de familias respetables. Uno de ellos tiene un padre que hace el maestro. Consumen drogas y trafican para conseguir dinero. Son los protagonistas de la vandalismo quien golpeo a uno cuarenta coches”, dicen dos niñas, Cinzia y Maurizia (son nombres ficticios), cansadas de la situación.

Ya, Pontelagoscuro está perpetuamente en equilibrio entre la degradación y el deseo de redención de los jóvenes que no se dan por vencidos. Las dos chicas quieren contar lo que sucede cada día en las afueras de la ciudad. Nos reciben en el parque frente a la guardería. “Ven con nosotros, te llevaremos a lugar de encuentro para empujadores de bebés”, y así comienza la gira.

Entre las casas nuevas y viejas, solo camina una camino de tierraparalela a via Rovigo, para llegar al ferrocarril donde, bajo el puente, la degradación ha servido. Se puede encontrar de todo: chatarra, jeringuillas, extintores y un pequeño barranco elegido como sede de los baby pushers. Precisamente en este rincón olvidado, se encuentra una de las sedes de un pequeño grupo de menores, que ellos usan drogas y, para obtenerlos, se ven obligados a convertirse ellos mismos en traficantes de drogas.

“Aquí pasa todo, pero los problemas empiezan cuando se cansan de estar aquí – continúan Cinzia y Maurizia –. Comienzan a deambular hasta que deciden dañar autos y cometer robos.”

Pero hay otra cara de Pontelagoscuro: grupos de amigos que respetan las reglas y hacen todo lo posible para que la “buena” cara del barrio brille. “Lamentablemente – continúan los dos amigos – no hay lugares de encuentro. La única forma de encontrarnos es en bares y salas de juegos, pero aquí corremos el riesgo de encontrarnos con el otro grupo. Incluso ahora que contamos nuestra odisea, tenemos miedo a las represalias”.

Una vez para encontrar refugio estaba el parroquia: “La puerta trasera siempre estuvo abierta y, para nosotros, era un refugio”. Entonces todo cambió: “Don Silvano Bedin fue trasladado y esa puerta ahora está cerrada – subraya Cinzia –. Para nosotros este sacerdote fue un punto de referencia: a menudo solucionaba los conflictos que surgían en el barrio”. Incluso en las últimas semanas las calles de Pontelagoscuro han sido escenario de actos vandálicos, con coches y furgonetas atropellados por los habituales desconocidos.

El profesor Michele Ronchi Stefanati subraya el “estado de degradación del barrio” y añade: “Pontelagoscuro es un lugar potencialmente mágico pero sus habitantes – y en particular los jóvenes – han sido abandonados por una administración que ha confinado aquí todos los problemas que quería ocultar en otro lugar”.

Y aquí está la solución: “Necesitamos una unidad de escucha y acogida sin prejuicios – comenta Stefanati –, como lo fue durante muchos años don Silvano Bedin. La política debe ofrecer alternativas de vida concretas que nos permitan no vernos obligados a elegir delitos menores”. El riesgo es que otros niños sigan los pasos de los traficantes de bebés. “Los jóvenes – explica Stefanati – nos dicen que si creces viendo solo tráfico de drogas, peleas y violencia, te vuelves así por la fuerza. Tienen razón: necesitamos ejemplos virtuosos, no burlas”.

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