El hacinamiento es uno de los problemas más urgentes y preocupantes. Las prisiones italianas están diseñadas para albergar a un cierto número de reclusos, pero a menudo hay situaciones en las que el número de reclusos supera con creces la capacidad de las instalaciones. Esto conduce a condiciones de vida extremadamente difíciles, con celdas hacinadas y recursos limitados para garantizar la salud y la seguridad de los presos.
Otro tema crítico se refiere a la presencia de presos con diagnóstico dual, es decir, personas que presentan simultáneamente problemas de salud mental y adicciones. La falta de personal especializado, como psiquiatras y psicólogos, dificulta brindarles atención y apoyo adecuados. Esto conduce a un empeoramiento de su condición y a una mayor probabilidad de comportamientos peligrosos.
Además, la tasa de suicidios es alarmante. Las difíciles condiciones de vida, el aislamiento social y la falta de apoyo psicológico pueden contribuir a un aumento de los pensamientos suicidas entre los reclusos.