La situación actual de los antifascistas La Nuova Ferrara

Ferrara En un mundo ideal Giorgia MeloniHoy se han cumplido los trámites institucionales.Altar de la Patriaentraría en la A1 con las sirenas a todo volumen en dirección Marzabottoteatro de los más grandes Masacre nazi-fascista. Aquí, entre los “oohs” y los muchos “abucheos” esperados, también provocó algunos aplausos de sorpresa.

Sólo dos palabras, “Soy antifascista”, bastarían para poner fin definitivamente a la polémica que surge cada 25 de abril y sellar la pacificación nacional anhelada por Alcide De Gasperi cuando se estableció día de la liberación.

Ser antifascistas significa amar la libertad. ¿Cómo es posible dudar en definirse como antifascista? No entiendo los silencios, las vergüenzas, las reticencias: la libertad es un valor universal, “una palabra tan inconmensurable como el cielo, inalcanzable por la mano humana como una estrella”, escribe Felipe Roth, entre otras cosas más explotada por la derecha que por la izquierda en los últimos treinta años. No entiendo el enfado de quienes hoy celebran el día en que millones de italianos se rebelaron contra la dictadura: ¿no debería ser una “fiesta nacional” en la que un pueblo redescubre los fundamentos de su convivencia civil? “estado de ánimo” del centro-derecha emiliano-Romaña ante la proximidad del 25 de abril. Me llamó la atención que muchos de los políticos contactados pidieron no ser identificados o se negaron a hacer declaraciones o se anduvieron con rodeos.

Además de las posiciones abiertas, como la de viceministro Galeazzo Bignami o de Ministro Gennaro Sangiuliano, un incomprensible manto de silencios. Pero si el 25 de abril ha sido hegemonizado por la izquierda, incluso en sus formas más extremas, es porque la derecha nunca lo ha vivido como una fiesta nacional, sino más bien como una indignidad que debe evitarse: ha abandonado el campo, sin cuestionarlo, de un día nacido como herencia común de socialistas, laicos, católicos, liberales, comunistas.

Este año se cumple el centenario del asesinato de Giacomo Matteottimasacrado por secuaces fascistas 10 de junio de 1924. Que oportunidad irrepetible de reconciliación… pero empezamos con mal pie: la censura, porque de eso se trata, del monólogo de Antonio Scuratti. Scurati dice cosas cuestionables sobre el primer ministro, pero nada autoriza a la televisión estatal a atacarlo, a lo sumo debería haberle dado una opinión diferente. Pero también en este caso la derecha tartamudeó, refugiándose en una falsa razón económica (1.800 euros brutos para un autor superventas (!) palidecen en comparación con muchos honorarios de la Rai) sin decir claramente lo que debería haber dicho: lo siento, hemos hecho una propia Objetivo, Scurati tendrá la plataforma que le fue concedida pero un pensamiento diferente también tendrá plataforma, y ​​los espectadores, en un juego democrático libre, podrán orientarse y elegir. Gracias a este suicidio mediático, hoy ese monólogo que pocos habrían visto en la televisión será leído en las calles y relanzado por los medios de comunicación y llegará a cientos de miles de personas. Entonces la esencia del discurso sigue siendo tremendamente relevante: un partido que, después de haber ocultado la “Fiamma” con Gianfranco FiniLo ha vuelto a poner en primer plano y todavía no puede romper con el pasado.

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