¿Qué opinas del libro que leíste? El avatar te lo explica.

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No se sabe qué diremos de John Dubuque dentro de veinte años: ¿lo miraremos con la admiración debida al inventor de una forma revolucionaria de lectura? ¿Lo despreciaremos por haber reducido los clásicos de la literatura y el pensamiento a un juego autorreferencial? ¿Se olvidará su nombre o, como mucho, se le mencionará en una nota a pie de página como autor de un extraño experimento sin seguimiento?
A la espera de saberlo (y nada excluye, lamentablemente, que dentro de veinte años no habrá más humanos que lo recuerden a él ni a nadie), dediquemos unas líneas a Dubuque y sobre todo a su invento, Reencuadernarlanzada hace unos diez días, pero todavía inalcanzable para la mayoría (el escritor está en lista de espera para acceder a la versión beta de la aplicación, con la amarga conciencia de tener por delante alrededor de tres mil postulantes).

Rebind, que en italiano significa “atar”, se presenta como (citamos del sitio) “una experiencia de lectura electrónica sin precedentes”, gracias a la cual el afortunado seguidor podrá “leer un gran libro junto con la persona más extraordinaria”. él puede imaginar”. Despojado de blabla, la empresa se puede resumir así: cada texto seleccionado (estamos hablando, por ejemplo, del Metamorfosis de Kafka o de Así hablo Zaratustra) va acompañado de un comentario de lo que, con un poco de esfuerzo, podríamos definir como un experto (en la lista de comentaristas, renombrado Reencuadernadores«encuadernadores», encontramos entre otros a Deepak Chopra sobre una selección de textos budistas, a Roxane Gay sobreedad de la inocencia por Edith Wharton y John Banville dublineses por Joyce).
Hasta ahora, se podría decir, nada original: ¿no existen realmente las presentaciones para esto? La novedad, sin embargo, está ahí y lleva la etiqueta de la ahora omnipresente inteligencia artificial: después de que los reencuadernadores hayan dado su opinión en la fase preliminar -horas y horas de entrevistas sobre el libro (desde el contexto histórico hasta “qué cierto persona imagina que el personaje está pensando en ese momento”) – entra en escena el GPT-4 de turno, que “identifica las partes más relevantes para encontrarse con el lector… y conecta sus pensamientos con los del reencuadernador y viceversa”. El texto de presentación define audazmente el resultado como “un rebote de ideas entre uno y otro”, sin subrayar que “uno” es el lector y “el otro” no es el “encuadernador”, sino su avatar virtual.

Sin embargo, Laura Kipnis, autora de un folleto, lo recuerda Contra el amor (Einaudi, 2005) y llamado a «vincular» Romeo y Julieta. En un largo artículo sobre cableado, en el que reconstruye sus perplejidades al aceptar la oferta, pero no revela la cantidad que la llevó a capitular, la ensayista se plantea algunas preguntas sobre la posibilidad de que la IA no capte la ironía de algunos de sus comentarios o incluso (como sucede a veces) tiene alucinaciones que podrían distorsionar su pensamiento. Las preguntas siguen sin respuesta, pero por otro lado Kipnis está lleno de detalles sobre la historia de Rebind y su creador, John Dubuque, quien tras haber heredado una empresa mayorista de suministros de fontanería y haber cuadruplicado su valor, la revendió en 2021 por un importe no especificado. , gracias a lo cual pudo vivir mucho tiempo y sin problemas en su mansión de Santa Bárbara. Pero no: ya estudiante de filosofía en la universidad, Dubuque decidió utilizar su nuevo tiempo libre para sumergirse en ser y tiempo de Heidegger, con la ayuda de un profesor de Oxford, “que transformó un tratado impenetrable en la cosa más significativa que jamás había leído”. Una experiencia deslumbrante cuyas consecuencias están ahora (casi) ante nuestros ojos, aunque –esperemos que Dubuque lo admita– GPT-4 no sea exactamente lo mismo.

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