Julio Velasco está de regreso y con una misión

Quién no recuerda a Julio Velasco, el entrenador de la “Generación de los Fenómenos”. El hombre que dio forma a la selección nacional masculina de voleibol la define como “La selección de voleibol más fuerte de todos los tiempos”. A raíz de esa monstruosa serie de éxitos… dos títulos mundiales, cinco Ligas Mundiales, una plata olímpica muy amarga – Velasco ha hecho prácticamente de todo en su vida profesional. Incluso aterrizó en el fútbol, para intentar trasladar su idea de gestionar hombres, personalidades y esos organismos vivos reales que son equipos al mundo del fútbol. En cualquier disciplina.

Se consideraba un cuerpo extraño y hasta cierto punto era, en un deporte a menudo esquizofrénico y a menudo más amateur (en actitudes, en particular) que hiperprofesionalizado como a la gente le gusta decirlo. Finalmente, volvió a su verdadero y gran amor: el banquillo de un equipo de voleibol.

Algunas vicisitudes, Se aleja de Italia y finalmente del banquillo de la selección femenina.
Ayer sus chicas triunfaron en la Liga de las Naciones, ganándola por segunda vez. Los italianos arrasaron con todo y con todos, cediendo sólo un set en la fase final del evento de Bangkok. Ahora mismo, la Italia del fenómeno que se llama Paola Egonu es la número 1 del ranking mundial Y con esta carga psicológica no será motivo de risa que se presente en los Juegos Olímpicos de París el próximo agosto.

Julio Velasco regresó en cierta medida a su casa, aunque nunca se fue del todo. En su cabeza sólo hay un objetivo que vale toda la vida: ganar por fin ese oro que Holanda le arrebató en una de las finales más apasionantes e históricamente crueles de la historia del deporte. Era el año 1996 en Atlanta y nuestro Dream Team cayó en la última milla, fallando un gol que nunca había parecido tan cercano y merecido. Para Julio Velasco ese partido contra la Naranja -que nos había eliminado cuatro años antes en Barcelona- nunca debió terminar, la cuenta nunca pagó y esto significa que nuestras magníficas chicas tienen la oportunidad de su vida.

Habrá “escupir sangre” como habría dicho otro entrenador legendario, Dan Peterson, pero Julio tiene una misión. Los demás están advertidos.

De Fulvio Giuliani

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