El Banco Central Europeo espera que la inflación muestre “una mayor moderación, alcanzando niveles cercanos al objetivo durante 2025”, pero también que “se espera que muestre cierta volatilidad en lo que queda de 2024, debido a efectos de base y aumentos materiales de los precios de las materias primas energéticas”.
A medio plazo, sin embargo, señala la institución en su último Boletín Económico, el componente de bienes energéticos “debería estabilizarse en valores positivos moderados”. Por su parte, la inflación de alimentos “ha disminuido significativamente en los últimos trimestres, en un contexto en el que las presiones inflacionarias se han atenuado al caer los precios de las materias primas”.
En la previsión, actualizada a principios de mes por los técnicos de la institución, “un elemento central es la expectativa de una disminución gradual del crecimiento de los salarios nominales, desde niveles iniciales todavía elevados, a medida que desaparecen los efectos alcistas de las presiones inducidas por la compensación de la inflación en un mercado laboral caracterizado por condiciones tensas”.
“La esperada recuperación del crecimiento de la productividad – leemos- debería apoyar la moderación de las presiones por el lado de los costes laborales”. Y “la dinámica de los beneficios debería debilitar y atenuar parcialmente la transmisión de los costes laborales a los precios, especialmente en 2024”.
Mirando el balance de riesgos“la inflación podría estar en niveles más altos de lo previsto si los salarios o los beneficios aumentaran más de lo esperado. Los riesgos al alza también provienen del aumento de las tensiones geopolíticas, que podrían conducir a un aumento de los costos de energía y transporte. Por el contrario – concluye el BCE – la inflación podría sorprender a la baja si la política monetaria frena la demanda más de lo esperado o en caso de un deterioro inesperado del contexto económico”.
