Viaje sobre los rieles de la muerte Obligados a cruzar porque no hay paso subterráneo

Viaje sobre los rieles de la muerte Obligados a cruzar porque no hay paso subterráneo
Viaje sobre los rieles de la muerte Obligados a cruzar porque no hay paso subterráneo

Todos los días, varias veces al día en Pieve puedes escuchar el silbato de los trenes que pasan. Tocan para ser escuchados por los trabajadores que caminan por el terraplén para llegar al centro logístico de Siziano. El ferrocarril de la muerte recorrido por cientos de trabajadores que llegan a la estación de Pieve y se ven obligados a cruzar las vías para llegar a su lugar de trabajo. ¿Por qué? Falta el paso subterráneo para peatones. Ha habido muchos muertos, así como heridos pero nada ha cambiado y las promesas se han quedado en palabras. Después del enésimo cuasi accidente en el que un viajero que cruzaba las vías corría el riesgo de ser atropellado, volvimos por esas vías demasiado a menudo ensangrentadas y seguimos a los trabajadores que se dirigían a la zona industrial de Siziano en su camino a su lugar de trabajo y para volver a la estación. Debido a la falta de un paso subterráneo ferroviario, los trabajadores se ven “obligados” a cruzar las vías. Era 2017 y la estación solo había estado operativa durante unos años, cuando un trabajador que se dirigía al centro logístico mientras caminaba por el terraplén fue atropellado por un tren que pasaba y lo arrojó a los campos. Fue encontrado ocho días después. No fue la primera víctima ni la última, pero ese incidente despertó algo. Se construyó un muro de unos diez metros de largo a lo largo del terraplén para impedir el paso de peatones. Durante la construcción de este muro que supuestamente salvaría vidas, Salvatore Borriello, de 47 años, y Salvatore Palumbo, de 55, murieron aplastados por una placa de acero. Una intervención de Rfi que, sin embargo, resultó ineficaz: los trabajadores desplazaron el cruce unos metros, construyendo dos “puentes” con materiales improvisados. Ayer a la vuelta seguimos a un grupo de trabajadores que, habiendo terminado su turno de trabajo, se dirigían a la estación cruzando las vías. Un tren que pasaba tenía que “silbar” durante mucho tiempo para señalar su llegada. Una escena que se repite todos los días en cada inicio o fin de turno de trabajo. Viajeros que llegan a la estación y van al centro logístico y viajeros que regresan al tren después de su turno. Esperando al próximo muerto. Ayer, como sucedió el 12 de febrero, un trabajador muy imprudente se arriesgó a ser arrastrado por el tren que pasaba. “No puedo hacer otra cosa que cruzar las vías porque sino tendríamos que hacer un viaje muy largo de unos pocos kilómetros y no hay buses que nos lleven al trabajo”, explica uno de los viajeros que cruzó las vías. Un joven extranjero, consciente pero resignado al riesgo que corre todos los días para ir a trabajar.

Massimiliano Saggese

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