El 18 de septiembre de hace 24 años era lunes; en aquel día mágico para el deporte italiano, Pino Maddaloni – Chico napolitano de 24 años entonces desconocido para la mayoría de la gente – dio a su ciudad y a toda Italia una de las mayores victorias jamás logradas Juegos olímpicosque en ese año 2000, se llevaron a cabo en Sydney, Australia.
Sin embargo, han pasado tantos años desde entonces que la sensación –incluso hoy– es que las victorias reales y más importantes Pino Maddaloni sólo los conquistó en los años siguientes. Y justo en su Nápoles; concretamente en el barrio de Scampia. De hecho, es aquí donde enseñó el antiguo y maravilloso arte del Judo a muchos jóvenes, sacándolos literalmente de las calles y dándoles a cada uno de ellos una oportunidad de redención y una razón para luchar..
En los días recientes, Pino fue un invitado muy aclamado y muy bienvenido de la ciudad de Anagni.. Para invitarlo, como ya había sucedido en años anteriores, estuvo el maestro judoka cinturón negro. Francisco Lucianocoordinador del ASD Judo-Clan de Anagni. No solo una pasantía de Judo, sino una verdadera celebración de la amistad y el deporte para muchos niños de Anagni y más allá.como también explica el maestro Francisco Luciano: “la de Pino, querido amigo de nuestra asociación, es una historia de éxito pero también de conciencia y disciplina. El judo, de hecho, es mucho más que un deporte: te enseña a reaccionar, a dar lo mejor de ti, a ser sincero contigo mismo y con los demás, y también a aprender a aceptar lo que está mal“.
“Con el deporte puedes crecer y cambiar tu futuro, yo soy prueba de ello. Muchos de mis amigos de la infancia estaban perdidos y en prisión cuando gané el Oro. Mi cualidad fue no rendirme, recibí muchas palizas porque quería ser policía y fui a entrenar en lugar de estar en la calle.. No fui admirado, sino burlado”, dijo. Pino.