Los textos del Vía Crucis con jóvenes presidido por el Papa Francisco en el Parque Eduardo VII
María se levantó y comenzó a caminar. Jesús aprendió de su Madre: mientras cargaba la Cruz, Jesús tenía que levantarse y volver a caminar. Señor, enséñanos a los jóvenes a levantarnos y seguir adelante. Incluso cuando la vida es difícil.
1 | Jesús es condenado a muerte
Señor, Pilato ha firmado el decreto. Firmó el decreto que extinguiría tu futuro. “Este ser humano debe morir; ya no tendrá futuro”.
Muchos jóvenes sienten hoy, Señor, que nos están quitando el futuro. Se nos dice que la vida está llena de oportunidades, pero es difícil ver dónde están esas oportunidades cuando el dinero no es suficiente, cuando no puedes encontrar trabajo y cuando el acceso a la educación a menudo es prácticamente imposible.
Señor, aun cuando te sentenciaron a muerte, no te dejaste caer. Le explicaste a Pilato que no tendría poder sobre ti si Dios no se lo permitía. Y, con el Padre a vuestro lado, avanzabais confiados en el futuro. Enséñanos a hacer lo mismo.
2 | Jesús carga la cruz sobre sus hombros
Un pesado bloque de madera ha sido colocado sobre tus hombros. Y ya te habían torturado. ¡Qué violencia, Señor! Has vivido en un mundo violento y has sido víctima de esa violencia.
El mundo en el que vivimos quizás no sea muy diferente. Guerras, ataques, tiroteos masivos pero también violencia en matrimonios y relaciones, abuso infantil, bullying, abuso de poder, familias donde se arrojan palabras duras como piedras.
Te ponen una cruz en los hombros. Pero Tú, Señor, no te rendiste. ¿Dónde encontraste la fuerza para seguir caminando? Te imagino repitiéndote: “El amor vencerá a la violencia”. Señor, dame la fuerza para amar.
3 | Jesús cae por primera vez
Lo siento señor, no estoy acostumbrado a ver a mis héroes tirados en el suelo cubiertos de polvo. ¿Por qué te sometiste? Hay demasiado abandono y demasiada soledad.
Tu solo. Así me siento a veces cuando espero un mensaje o un abrazo que no llega. Y creo que es mi culpa, que soy incapaz y me apagué. Otras veces, creo que vivo en un mundo egoísta donde todos se miran solo a sí mismos. No sé, pero sí sé que hay muchos jóvenes que están solos, incluso cuando están rodeados de otras personas.
Te miro caído al suelo. Te imagino levantando la cabeza y mirándome. Te imagino diciendo: “Me caigo contigo para levantarme conmigo. Anda, levántate y anda. Caminemos juntos.”
4 | Jesús se encuentra con su Madre
Probablemente escuchaste la voz de tu madre en medio de los gritos de la multitud. Una voz dulce e inconfundible. “Hijo mío, aquí estoy”. Has estado buscando su rostro. Lo encontraste sereno mientras negaba con la cabeza “sí”. “Sí”. Era todo lo que querías ver. Una señal de confirmación. Una señal que vino del amor puro. Como diciendo: “Adelante, comprométete, comprométete con el Bien. Dios te ayudará.”
Háblame al oído, oh madre de Jesús, háblame de amor, háblame de compromiso. Compromiso con el Bien. No me dejes sentado esperando. Esperando el “momento ideal”, la persona ideal, el trabajo ideal, la Iglesia ideal. No me dejes sentado soñando mientras el mundo sigue sin mí y sin lo que tengo para ofrecer. María, ayúdame a abrazar mi vocación.
5 | Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz
Los soldados obligaron a un hombre llamado Simón a llevar la cruz de Jesús, no se lo pidieron, lo obligaron. Por la fuerza. Era alguien que venía del campo. Ni siquiera era romano. No contaba, no tenía derecho a decir si lo quería o no.
Hoy el mundo está lleno de exclusiones e intolerancias. Hay minorías que no tienen derecho a hablar ni siquiera a existir. En muchos países uno ni siquiera puede practicar su religión. Hay muchas personas que no pueden expresar sus ideas libremente. Cada grupo quiere imponer su propia forma de ver las cosas y alejar a cualquiera que piense diferente. A veces incluso dentro de la Iglesia. A veces incluso en nuestros corazones.
Tú, Señor, has sido víctima de la intolerancia. Pero no te rendiste al odio. Y es por eso que puedes ser un puente entre todos. Enséñanos a ser constructores de puentes dondequiera que estemos.
6 | Verónica limpia el rostro de Jesús
Señor, una mujer pasó entre la multitud para limpiar Tu rostro y Tu imagen quedó impresa en su ropa. Amar es esto, es dejarse conmover por el rostro del otro, incluso desfigurado. El rostro del niño que amas, del amigo que amas, del pobre que amas, de la esposa o del esposo que amas. El rostro de la Iglesia que se ama a sí misma, aunque esté desfigurada. Amar es dejarse atraer por el rostro del otro.
Pero los jóvenes vivimos en un mundo individualista. Nos dijeron mil veces que lo más importante era nuestra imagen y nuestra autorrealización. Que teníamos derecho a ser felices y que primero teníamos que pensar en nosotros mismos. Y aquí estamos, egocéntricos, cada uno concentrado en su celular, en sus propios intereses, en su propia isla, esperando una felicidad que nunca llega. Porque la verdadera felicidad está en dejarse atraer por el rostro del otro.
7 | Jesús cae por segunda vez
¿De vuelta a tierra, señor? Cuando nos caímos una vez, pensamos que fue un accidente, que fueron las circunstancias. Cuando nos caemos más a menudo, nos asustamos. Con el temor de que haya algún problema de fondo en nosotros. Un desequilibrio.
Los jóvenes de hoy en día, Señor, muchas veces tenemos una mente complicada. Sufrimos de ansiedad y depresión, problemas de alimentación, agotamiento. A veces nos preguntamos quiénes somos y si vale la pena vivir la vida. A veces, nos sentimos muy deprimidos. Peor que tener un problema es sentirse como un problema.
Te miro caído al suelo. Te imagino diciendo: “Me caigo contigo para levantarme conmigo. Ve, busca ayuda, vuelve a ponerte de pie y sigue adelante. Vamos juntos”.
8 | Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén
En la calle, Señor, te encontraste con mujeres que lloraban por ti. “No lloréis por Mí -les habéis dicho- llorad por vosotros y por vuestros hijos”. No querías lágrimas fáciles que no cambiaran nada. Querías que esas mujeres pensaran en sí mismas y en el mundo que dejarían atrás para la próxima generación y el futuro.
Nosotros también nos preguntamos cómo será nuestro futuro en este planeta. Estamos presenciando el consumo descontrolado de los recursos de la tierra, la extinción de algunas especies, la devastación de los bosques. Tenemos miedo al cambio climático y nos sentimos muy inseguros sobre el futuro. Y todo esto sumado a estilos de vida desequilibrados que provocan que algunos pasen hambre mientras que otros enferman por comer en exceso.
Señor, enséñanos a tener estilos de vida más sencillos, más solidarios, más conscientes de las consecuencias, más cercanos a lo esencial. Más como tú.
9 | Jesús cae por tercera vez
¿Tercera vez en tierra, señor? Tengo miedo por ti, tengo miedo de que no puedas levantarte. O que volverás a caer en cuanto te recuperes.
Tal vez quieras acercarte a esos jóvenes que se vuelven a caer cada vez que intentan levantarse. Muchos nos acusan de ser débiles, de no resistir las drogas, la pornografía, el alcohol. Nos acusan de refugiarnos en nuestras pantallas hasta volvernos adictos a ellas. Simplemente no entienden que levantarse puede requerir una fuerza que ya no tienes. Y una fe que ya se ha perdido.
Te miro tirado en el suelo. Te imagino diciéndole a cada joven con una adicción: “Me caigo contigo para que te levantes conmigo. Ve, busca ayuda, levántate y sigue adelante. Conmigo, esta vez, lo lograrás. Caminemos juntos.”
10 | Jesús es despojado de su ropa
Te han despojado, Señor, te han despojado. Te miro sereno y confiado en tu verdad desnuda. Incluso sin ropa, no dejas de ser quien eres porque nunca te molestaste en construir una imagen de ti mismo. Tú en Tu humildad, Tú en Tu integridad. Tú en Tu verdad.
Pero vivimos en un país de espejos donde lo que importa es la apariencia, la imagen. Una selfie tras otra. La tiranía del cuerpo correcto y la sonrisa perfecta. Fotos de ellos mismos en las redes sociales en poses cuidadosamente pensadas. Publicaciones artificiales a la espera de los gustos de los demás. Terrible sentimiento de no poder ser nosotros mismos, de tener que vendernos para complacer a la gente y no quedarnos aislados. Narcisismos que, al final, nos dejan solos en islas lejanas.
Y tú desnudo, tal como eres, sin avergonzarte de ser quien eres. No vivías para las apariencias, sino para el Bien. Enséñame, Señor. Dame la fuerza para ser diferente, no para vivir según la imagen, sino en fidelidad a mi conciencia.
11 | Jesús es clavado en la cruz
Un clavo en cada muñeca, un tercio en los pies. Estabas así, clavado. También te gritaban desde abajo: “¿No eres Hijo de Dios? ¡Baja de la Cruz!”. Pero la Cruz no fue una situación en la que te encontraste por pura casualidad; era la consecuencia inevitable de no haber renunciado a amar hasta el final. La comparación entre el amor y la violencia en el mundo.
Hoy en día, muchas personas están tratando desesperadamente de escapar de situaciones inhumanas. Huyen de la guerra, del hambre, de la falta de agua, de la persecución política. Su hogar ha dejado de ser su refugio y se ha convertido en el lugar de probable muerte. Intentan refugiarse en algún otro lugar del mundo, al que algún día podrían llamar “hogar”.
Clavado en la cruz, Señor, infunde valor a todos los jóvenes obligados a huir para no perder la vida. Y a los que viven, a gusto en su hogar, dale un corazón como el tuyo.
12 | Jesús muere en la cruz
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Te abandonaste en los brazos del Padre. Tomaste tu último aliento y moriste. Y contigo, todas las palabras que no pudiste decir, todos los abrazos que no pudiste dar, todas las curaciones que no pudiste hacer.
¡Suena como un desperdicio, señor! ¡Cuántas cosas buenas podrías haber hecho en unas cuantas décadas más de vida! Sin embargo, tus palabras fueron: “Consumado es”. No había nada más que lograr. Porque allí, en la Cruz, nos dejaste todo lo necesario para salvarnos: el amor puro, aunque impotente y aparentemente inútil.
Hoy, sólo cuentan los que producen. Los ancianos no cuentan, los discapacitados no cuentan, los desempleados no cuentan, los soñadores no cuentan. Y los juegos de los niños no cuentan, los niños a menudo se ven obligados a trabajar para ganarse la vida oa estudiar cada vez más para ser un día “verdaderos ganadores” en el mercado laboral.
Sin embargo, lo que salva es el amor. ¡Escóndeme en Tus llagas rebosantes de amor, Señor!
13 | Jesús es bajado de la cruz y entregado a su madre
Compasión. Jesús en los brazos de María. Un hijo en el regazo de su madre. La verdad más pura del amor desinteresado. La Palabra que reposa en el silencio.
¡Mientras estamos perdidos en un mundo saturado de palabras apresuradas, información, noticias, publicidad, intereses, en el que ya no sabemos distinguir la verdad de la mentira, ni sabemos a quién creer!
Señor, no tengo que saberlo todo, no quiero saberlo todo. Solo quiero entender lo que importa saber para ser una mejor persona y crear un mundo más humano. Dame un gran amor por todo lo que es puro, verdadero, simple y humano en el mundo.
14 | Jesús es colocado en la tumba
El cementerio. El fin. Cuando la piedra rodó a la entrada de la tumba, parecía que todo había terminado. Parecía, Señor, que Tú y Tu manera de amar no eran más que una ilusión, una esperanza engañosa en un hipotético triunfo del bien sobre el mal. Parecía que todo había terminado, que teníamos que ser realistas, que el mundo era realmente para los inteligentes y no para los que sueñan con el Bien, como tú.
Muchas veces en nuestra vida parece que no hay futuro. No vemos luz al final del túnel. Tenemos miedo de mirar hacia adelante. No logramos tomar decisiones, ni vemos la dirección en la que podría continuar la historia, solo vemos el camino bloqueado por grandes obstáculos frente a nosotros.
Aquí es donde necesitamos escuchar la voz de María. María habla de puntos finales que se convierten en puntos de partida, de la aparente muerte de un árbol en invierno que se prepara para florecer en primavera, de tumbas que son puertas de resurrección.