La muerte de Satnam Singh: ¿y si nos hiciéramos más preguntas?

La muerte de Satnam Singh: ¿y si nos hiciéramos más preguntas?
La muerte de Satnam Singh: ¿y si nos hiciéramos más preguntas?
Alfredo Magnífico

Si Satnam Singh no hubiera muerto a los 31 años porque una máquina le arrancó el brazo y lo abandonaron como un saco de basura, sin ayuda, hoy todavía estaría trabajando en los campos del Agro Pontino.

Hay entre 5.000 y 8.000 asiáticos y africanos, esclavos del campo como él, sólo en la provincia de Latina, más de 200.000 en toda Italia.

Pensar que son los únicos es un error: hay esclavos chinos, en los almacenes de Prato y entre Milán y Bérgamo, esclavos sudamericanos en los grandes centros logísticos, entre Piacenza y Pavía, esclavos en bicicleta que reparten comida en todas partes ciudades italianas.

Singh, una vez más, destacó el motivo de su muerte tan trágica.

Muchos esclavos, los vemos todos los días, pero no nos damos cuenta, ya estamos acostumbrados.

La explotación de la desesperación y de la miseria, que viene aquí de todo el mundo, está hoy integrada en muchos ámbitos de la actividad económica en Italia, y nos hemos acostumbrado a ello, en palabras del Papa, ya no nos calienta ni nos calienta. frío.

Sería correcto cuestionar las leyes que tenemos y la falta de controles por parte de nuestras fuerzas policiales.

Habría que usar mano de hierro y sería imprescindible ser exigente con las grandes empresas de alimentación, comercio y distribución.

He colaborado y sigo colaborando con Konsumer y como consumidores tenemos un gran poder, cuando entramos a un supermercado y nos damos cuenta de que una botella de tomates en bolsa cuesta 60 céntimos, elegimos un tendero y un producto frente a otros, de modo que estamos contribuir a decidir qué modelo de economía y de sociedad queremos.

Es necesario leer las etiquetas, conocer la historia de las empresas, esforzarse en emplear el sentido crítico y la razonabilidad, ciertamente es más caro, porque los trabajadores regulares cuestan más que los esclavos y el respeto por el medio ambiente conlleva sus costes.

Nosotros también debemos hacer un pequeño esfuerzo si queremos reducir el riesgo de encontrar en nuestro plato un melón recogido por el pobre Singh y si queremos asegurarnos de que esos esclavos no sean también nuestros esclavos.

Alfredo Magnífico

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