Los estudiantes de Venecia: valientes sí, maduros quizás

Los estudiantes de Venecia: valientes sí, maduros quizás
Los estudiantes de Venecia: valientes sí, maduros quizás

Valiente y decidido ciertamente, maduro tal vez. Estamos hablando de los tres estudiantes venecianos que decidieron hacer una escena de silencio en el examen final en señal de protesta. Una especie de motín contra la comisión examinadora quien, según ellos, habría tenido un criterio de juicio muy severo al corregir la prueba escrita en griego. Leyendo los hechos, relatados por los propios protagonistas y por los marcadores expuestos, la corrección del examen de griego habría permitido sólo aprobar a 4 de los 14 alumnos de la clase. Según las tres muchachas venecianas, los desacuerdos, incluso personales, entre los dos comisarios de la literatura antigua, el griego externo y el latín interno, habrían producido este resultado desafortunado que no correspondería en absoluto a la preparación real de los niños.

Se podrían hacer muchas consideraciones, pero Creo que es importante recordar algunos elementos sobre cómo se realiza el examen final.. La comisión está compuesta por 6 comisionados (tres internos y tres externos) y un presidente que debe garantizar el equilibrio, el respeto al ordenamiento y la transparencia en la realización del examen. Las pruebas escritas se califican de forma colectiva y se basan en tablas de evaluación contenidas en el documento de clase. Este documento recoge toda la información de los estudiantes y su progreso durante los últimos tres años de escuela, que también corresponde al crédito escolar acumulado en el tiempo, hasta un máximo de 40 puntos. Este mecanismo se introdujo en 1997 precisamente para intentar evitar que la evaluación final del examen estatal no reconociera la totalidad del progreso realizado por el estudiante.

Antes de ese año, ningún estudiante que quisiera ser promovido habría podido permitirse el lujo de la escena silenciosa como Lidia y sus compañeros.. Ellos, sin embargo, al beneficiarse de suficientes pruebas escritas y de un buen crédito, pudieron permitirse esta elección: les bastaba con presentarse, firmar e incluso esperar en silencio hasta el final del examen oral. ¿Valió la pena? ¿Se corrigió? Sin duda, ofrece la oportunidad de reflexionar más sobre los mecanismos imperfectos de los exámenes y la evaluación., pero nunca hay que olvidar que el examen es la fotografía de un momento, una instantánea que a veces no se corresponde con los conocimientos, habilidades y madurez de quien examina. La emoción del momento, una prueba muy diferente a las realizadas durante el año y mucho más puede alterar el resultado. La desafortunada comisión, a estas alturas, no puede hacer más que dejar constancia de ello.

Si los estudiantes y las familias piensan que las cosas han ido de otra manera, podrán solicitar el acceso a los documentos e informar en los lugares adecuados y con los medios de comunicación más eficaces si ha habido errores formales y materiales. Lo que me sorprende es que una deportista como Lidia, que sabe bien cómo un pequeño dolor, una pequeña indisposición o una pelea con su novio puede comprometer su rendimiento, decidiera adoptar una actitud tan frontal antes de volver a ver la cámara lenta. Entonces quizás el juez o árbitro también habrá puesto su propio esfuerzo en ello, pero no habrá determinado completamente el resultado.

Foto de portada Ansa

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