Intentó llegar al puesto de primeros auxilios pero se desplomó en el suelo.

Intentó llegar al puesto de primeros auxilios pero se desplomó en el suelo.
Intentó llegar al puesto de primeros auxilios pero se desplomó en el suelo.

MONTAGNANA (PADUA) – Se han ido las esperanzas de Eduardo RossiniEl joven de 28 años sufrió una repentina enfermedad el sábado por la noche. Se sintió mal e intentó llegar al puesto de primeros auxilios de Montagnana, su ciudad natal, pero antes de entrar a pedir ayuda se agachó en el suelo y nunca recuperó el conocimiento.

Edoardo, campeón de baloncesto y chico de carrera en el negocio familiar, falleció anoche en cuidados intensivos del hospital de Padua, donde estaba internado debido a la extrema gravedad de su estado. La familia deseó hasta el final que su ser querido se recuperara, pero ayer por la tarde los médicos no perdieron la esperanza y lo declararon con muerte cerebral.
A las 20, la trágica noticia: Edoardo ya no estaba. Lo tenía todo. Era joven, alto, guapo, deportista, lleno de amigos y con una novia maravillosa. Un trabajo que lo motivó profundamente y le dio muchas satisfacciones. Viajó, se enriqueció culturalmente, jugó al baloncesto y cultivó sus pasiones. La vida que tanto amaba se le escapó en un solo instante.

LA ENFERMEDAD

El sábado por la tarde, un sábado que Edoardo Rossini quería pasar en paz, se sintió enfermo. Síntomas que inicialmente eran inespecíficos, pero que el niño no quería subestimar. Y, de hecho, acudió al puesto de primeros auxilios de Montagnana, no lejos de su casa. Quería pedir consejo a un médico, que le tranquilizaran, que le recetaran algo. Pero nunca llegó allí. Antes de entrar perdió el conocimiento y cayó al suelo. Los servicios de rescate y la activación de maniobras de reanimación cardiopulmonar no se hicieron esperar. Los médicos pronto se dieron cuenta de que el estado de Edoardo era muy grave. Primero fue trasladado a Schiavonia y luego a Padua. Allí permaneció en cuidados intensivos, su cuadro clínico desesperante y su familia orando por la recuperación de su niño. El milagro, sin embargo, no se produjo. El corazón de Edoardo había vuelto a latir después de demasiado tiempo y esto había causado graves daños a su cerebro y a sus funciones vitales.

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LA OBRA

El domingo por la tarde se sabía que el resultado sería lamentable, circunstancia confirmada ayer por la mañana. Al anochecer se apagó la última llama de la esperanza. Edoardo Rossini trabajó en la reconocida empresa familiar, la histórica Sartori Rides, empresa líder a nivel nacional e internacional en la creación de atracciones y atracciones para parques de diversiones y parques de atracciones. Su función era la de director de marketing corporativo. Un rol que le permitió entrar en contacto con muchos clientes, muchas realidades, muchas sensibilidades diferentes y le proporcionó una gran satisfacción. Bueno en el trabajo, fuerte en el deporte. Edoardo era un talento natural para el baloncesto. Creció como jugador de baloncesto en Montagnana, logrando hacerse notar en toda la provincia y en el Véneto.
Jugó en el equipo de 1995 que dirigía Alessandro Comisso, equipo en el que Edoardo fue pieza fundamental y gran motivador. Posteriormente jugó en Cologna Veneta y en el Redentore Este, demostrando ser un excelente deportista y hombre de equipo. Esta temporada regresó a Montagnana, porque las raíces eran imborrables para un chico que jugaba en las ligas menores como si fueran la NBA. Aquí se ató los zapatos y empezó a golpear el parquet nuevamente en la categoría Uisp Amateur. Destino desafortunado para Edoardo, que falleció justo cuando organizaba su torneo “Airball 3×3” ya previsto para julio en Lonigo.

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PASIÓN

Rossini amaba tanto el baloncesto que siguió jugando en campamentos de verano y participando en torneos donde podía volver a jugar con sus viejos amigos. Triples, asistencias, marcajes decisivos pero correctos. Chocaba los cinco con sus amigos y luego regresaba al medio campo, listo para jugar pelota tras pelota. Es imposible que nada de esto no deje una marca indeleble, incluso si la vida se le escapara en un suspiro. Edoardo Rossini deja atrás a su querida madre Emanuela, su padre Franco, su hermana Francesca y su novia Genny. El funeral aún no ha sido programado.

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