Ayer ayuntamiento extraordinario por la emergencia hídrica, escasa participación ciudadana, debate débil y poco constructivo.


Mussomeli – Se suponía que sería un ayuntamiento altamente participativo destinado a encontrar soluciones. Al menos según las expectativas. La reunión extraordinaria se convocó, a petición del grupo minoritario, para ayer, lunes 24 de junio, a las 17.30 horas en el Palacio Sgadari.

En la mesa del grupo mayoritario estaban presentes el alcalde Giuseppe Catania, el secretario municipal Francesco Piro, el presidente del Consejo Gianluca Nigrelli y los concejales Daniele Frangiamore, Michele Spoto y Sebastiano Lo Conte. En las filas reservadas, la concejal Jessica Valenza, junto a los concejales mayoritarios Saverio Sciarrino, Salvina Mingoia, Salvatore Castiglione, Adriana Sorce y Enzo Vullo. Delante de todos los concejales de minoría, Enzo Munì, Ruggero Mancino, Eugenia Costanzo, Silvana Castiglione, Giusi Mantio.

Hubo poca, o más bien muy poca, participación popular. Lo cual registró la ausencia de todas las categorías más interesadas y afectadas por la emergencia hídrica. Con todos los riesgos ligados al racionamiento y a la no potabilidad del agua corriente. Ya sea por resignación, por indiferencia, por desconfianza o por una confianza excesiva (más en las instituciones que en los milagros), ¡no podemos saberlo realmente!

El hecho es que el Consejo – extraordinario sólo en su definición – se resolvió en un debate – en su mayoría débil y poco atractivo – más bien destinado a suscitar -y, en consecuencia, a frenar- la controversia, en lugar de identificar soluciones inmediatamente factibles y compartidas. Es posible que lo “corto” ya sea demasiado largo en este momento. El hecho conocido de que dentro de veinte días nos golpearemos la cabeza en el fondo del Fañaco, ahora vacío incluso de manganeso que, de momento, es el único elemento sobrante, ya no es noticia ni causa alarma ni alarmismo. Veremos si los contenedores representan el símbolo de este verano “africano”. Mientras tanto, los turistas cancelan vuelos y estancias previstas en el oeste de Sicilia. Pero también en lo que, contra todas las predicciones (ir)razonables, parece ser la mal equipada Capital de la Cultura de 2025. Mientras, en la pequeña ciudad a la sombra del castillo, la gente se afana en acaparar agua en los supermercados.

Empezamos desde lejos, por ambos lados, recorriendo una historia política cuya responsabilidad no está clara si debe atribuirse a los distintos gobiernos locales, regionales y nacionales, de derechas o de izquierdas, que se han sucedido a lo largo del tiempo. La única certeza, y también compartida, es el desastre social al que asistimos. Y eso que la revuelta del agua de 1954 recuerda sólo en nombre del agua. Pero de esa conciencia cívica, aunque humana, que también provocó cuatro muertos, ni una sombra. Incluso antes de ser un bien ausente, el agua es un hecho instrumental. Que a todos les gustaría llevarse a su propio molino.

Y si Catania y Munì están de acuerdo en retrasar la creación de la sala de control regional, el punto de vista de cada uno sobre la cantidad de agua, en forma de lluvia, que recibe Sicilia es muy diferente. Pero que luego no logra recolectar, y mucho menos distribuir.

En la mesa de propuestas, la que tendría las condiciones más adecuadas para ser puesta en funcionamiento en muy poco tiempo es la apoyada por el alcalde de Catania, que ya mantuvo una mesa técnica con Su Excelencia Chiara Armenia. La de intervenir ante las oficinas competentes para garantizar el volumen de agua – cuarenta y cinco litros según – que, actualmente, satisface las necesidades de los nueve municipios de Vallone. Aprovechando los aductores que llevan agua al Fanaco. En este momento los aductores transportan 120 litros según, independientemente de las lluvias. Actualmente el requerimiento de los nueve municipios se sitúa en 276 litros según los cuales, reiteramos, están garantizados.

La situación dentro de los distritos es muy diferente, ya que actualmente reciben agua cada veintiún días, según informa Cris Nucera. Una de las tres “voces del pueblo”, junto con Francesco Amico y Peppe Territo, políticos de larga data, que hablaban como ciudadanos corrientes, dado el carácter excepcional del Consejo. Fueron los únicos momentos que elevaron un poco el tono de la asamblea, en la que también estuvieron presentes los comandantes de los Carabinieri, el mayor Giuseppe Tomaselli y el teniente Lorenzo Chiatante. De civil, el comandante de la policía municipal, Attilio Frangiamore, y la guardia de tráfico, Enza Messina. Pero ni siquiera esta pequeña emoción calentó el ánimo de los presentes que, en varias ocasiones, pidieron que se aceleraran las intervenciones porque el placer del partido cobraba gran importancia. Diríamos con un sentido claramente contradictorio.

Sin embargo, a la sombra de la ciudad -historizada- de Manfredi, que se ensancha hacia la Piazza Roma -castrada incluso de su fuente- con los Sgadari detrás -una vez cerrada la puerta del edificio que recuerda vagamente a la de Dante- no puede dejar de pensar en los buenos Pedro y Pablo, las dos caras del propio Neptuno, que también garantizaban el agua, al menos la garantizaban. Pero Mussomeli nunca ha tenido una buena relación con las fuentes y hoy llora de alguna manera por ello. Esperando que las lágrimas no sean el único líquido residual… mientras entre dientes hay quienes murmuran “¡salgamos de San Calò”!

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