En Florencia, el precio del café y el suplemento son impactantes: el recibo en las redes sociales “Nunca había visto algo así” – Younipa

Un turista, después de tomar un café en Florencia, publica el recibo en el que figura el precio, algo nunca antes visto.

Café en el bar – fuente: equipo editorial web

Los visitantes se encuentran cada vez más insatisfechos con el servicio ofrecido en los centros urbanos que eligen para sus vacaciones. Un ejemplo reciente es el de un joven que, al pedir un café en un bar de Florencia, tuvo que pagar un coste adicional inesperado en su recibo.

El recibo se ha convertido en un tema candente en las redes sociales. Ya sea una comida cara o una bebida barata, muchos se sienten obligados a compartir detalles de los costos en línea. Esto se convierte en una forma de expresar su decepción o alardear de una oferta, al mismo tiempo que da a los demás una idea de los precios en diferentes lugares turísticos, especialmente en ciudades con encanto como Florencia, donde no es raro encontrar facturas sorprendentemente altas.

El problema de los altos costes en los destinos turísticos

Italia es universalmente famosa por su belleza y eso no es exagerado. Las ciudades de arte, los pequeños pueblos y las maravillas naturales son la envidia del mundo entero. Florencia, en particular, es una joya de gran valor cultural y artístico, que atrae anualmente a millones de visitantes de todo el mundo.

Sin embargo, cuando se habla de destinos turísticos, no se puede ignorar el elevado nivel de los precios, a menudo muy por encima de la media nacional. También existe una distinción en los precios aplicados por los empresarios locales entre residentes y turistas, siendo estos últimos frecuentemente penalizados con tarifas más elevadas. Gracias a las redes sociales, estos problemas se han vuelto más evidentes.

El extraño caso del café en Florencia, el suplemento

Recientemente ocurrió un evento inusual en un café florentino que despertó la curiosidad en línea. Un joven, que entraba a un café para desayunar, se dirigió al mostrador para pedir un pastelito, pero rápidamente le indicaron que pagara primero con el recibo, una norma habitual en las ciudades abarrotadas. Cuando llegó el momento de pagar, además de la bollería, pidió un café americano, un espresso diluido con un poco de agua. Debido a esta adición, el precio del café aumentó diez centavos. Sin embargo, ese no fue el único extra que tuviste que pagar.

Cuando el cliente le pidió al barista que le añadiera leche fría al café, la respuesta fue inesperada: tuvo que volver a la caja para pedir un nuevo recibo y un recargo de cuarenta céntimos por la leche. Al final, el desayuno costó más de lo esperado, con incrementos para el agua (10 céntimos) y la leche (40 céntimos), aunque los precios de los artículos fueron razonables (1,30 euros la bollería y 1,20 euros el café).

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