Green Day en Milán, entre ‘Dookie’ y ‘American idiot’, una inmersión en el rock sin culpa

Una banda de punk de grandes arenas, estadios, hipódromos, alguna vez habría sido un oxímoron. EL Dia verde en cambio lo han sido durante años, décadas de hecho, al menos los dos que los separan de Idiota americano. Un aniversario redondo como el 30 aniversario del seminal Dookielos dos álbumes que vertebran los shows de esta gira se presentaron íntegramente en el 80mila de Milán – en I-días El único escenario italiano en el hipódromo de La Maura estaba lleno, a pesar de que había un álbum de canciones inéditas que acababa de salir. El cual aparece durante un par de canciones en medio del show en vivo más la apertura, con el sencillo El sueño americano me está matando que inicia el espectáculo con una pieza de tono casi político, como muchas otras de la larga producción de la banda californiana, pero que como muchas otras ante un mundo en llamas prefiere la catarsis del sarcasmo a la protesta o al activismo en sentido estricto. .



Una banda que siempre ha dado lo mejor de sí en su faceta más desenfadada, pero también hombres adultos -como su público, siendo la media de edad del espectáculo milanés treinta y tantos años- con la necesidad de afrontar un mundo que se transforma. Pero al fin y al cabo, la música no tiene por qué pretender cambiar el planeta – al final nunca lo hace, si fuera suficiente – pero puede conseguir cambiar un mal día, el estado de ánimo de alguien, hacerle olvidar las ansiedades, el estrés y frustraciones. Y luego por una noche se esfuman, incluso en la frenética Milán que puede ser tan bella como abrumadora, y hasta en la eterna diatriba de decorados de festival, fichas con compra mínima obligatoria, colas y todo el corolario inevitable de que los grandes Los eventos de verano traen consigo.

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El mundo y con él el de los espectáculos en vivo ha cambiado mucho desde entonces Billie Joe Armstrong se preguntó si estaba paranoico o simplemente drogado, quienquiera que intentara dictar las reglas dentro de esas reglas ha aprendido a aceptarlas hoy, y también lo han hecho los espectadores. Y así el montaje escénico es el de las megaproducciones, más imprescindibles en el conjunto de Dookiemás reluciente cuando cayó la noche para el de Idiota americano. Pero lo que cuenta es la música, y en tiempos en que las nuevas guitarras y el rock luchan por emerger en la corriente principal, los grandes números se quedan con aquellos que lograron hacerlo en tiempos en que la música era más democrática pero el público desconfiaba más de su música underground. héroes que estaban al borde del éxito. Pero también es lo que hace que permanezcan en el imaginario colectivo, que se convierte en memoria, que pasa a formar parte de la formación de la personalidad.

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Más o menos todo el mundo ha pasado un periodo de su vida sintiéndose un dios. Casas de baloncesto, es decir, gente inútil, sin esperanza, paralizada por la ansiedad. Generalmente ocurre durante la adolescencia, y la que sigue siendo la canción más esperada en los conciertos de Green Day, por extraño que resulte cantar ese super hit mientras todavía hay luz en el cielo, está dedicada hoy a quienes eran adolescentes en el momento en que aquel El sencillo estalló en MTV, indicando a los niños un modelo rockero de despreocupación y sin culpa. Los mismos que quizás ahora necesiten revisar ese texto, como un grupo de ya no tan chicas que lo imprimieron en un A4 para estudiarlo en los vagones del metro en el trayecto hasta la parada Lampugnano. Para luego poder verter lo reaprendido sobre el césped mixto de hierba y arena de un pozo donde la generación que hizo del mosh pit un ritual colectivo casi obligatorio reivindica la paternidad, incluso con algunas temporadas más a sus espaldas.

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Pero si la banda se presenta en gran forma durante dos horas y media y 36 canciones, también lo hace el público. Luego están los que ahora llevan a sus hijos a los conciertos y los millennials que se enamoraron del post-Green Day. Idiota americano, todos mezclados entre los 80 mil del hipódromo. Con la oportunidad de escuchar íntegramente aquel disco que marcó un antes y un después en la carrera de la banda, aquel que marcó un relevo generacional entre los fans, además de hacer sentir un poco viejos a algunos, pensando que eso también, ahora, debe considerarse un clásico. Pero no sin antes sumergirnos en el pasado más remoto de Dookieel álbum manifiesto de Green Day Era febrero del 94, dentro de un par de meses. Kurt Cobain habría puesto fin a su existencia y al grunge, al otro lado del océano estalló la nueva invasión británica con la liberación de Definitivamente puede serque hoy Liam Gallagher está de gira en solitario con un éxito rotundo. Álbum símbolo de una visión de los años 90 como Dookie fue por otro. Algunos protestaron por el lado más jocoso del punk, pero les guste o no, era la receta que garantizaba su supervivencia. Y que todavía en 2024 reúne a 80.000 personas (78.500, concretamente) bajo el sol de un verano italiano para sudar y compartir con niños que no habían sido concebidos entonces lo que significaba ser joven en 1994, en 2004 y en poder sentirnos tan jóvenes como en 2024.

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