la historia de Renzo Rabbia – Targatocn.it

Sin duda es el sueño de muchos niños, pero ser bombero fusiona sobre todo con serlo: no es un trabajo cualquiera. El sueño infantil de ser o llegar a ser un héroe, en realidad implica responsabilidad, preparación y conciencia como pocas otras profesiones. Uno de los más admirados por la opinión pública por el servicio que ofrece y los riesgos asociados. Una verdadera misión de altruismo.

Hay quienes han hecho realidad un sueño, como Renzo Rabbia, hoy jefe de departamento del Cuerpo de Bomberos de Cuneo. Un recorrido de anécdotas y vivencias que compartió en parte con su excompañero bombero Valter Aimar.

ser bombero – explica –realizar este trabajo no significa componer, producir, crear, comprar o vender, significa entregarse a los demás, a personas que no conoces y que quizás nunca volverás a ver, a quienes les has dado algo grande o inmenso. : la conciencia de que con sacrificios podrán afrontar el futuro, ese futuro que podría haber sido negado y que en cambio es la esperanza constante de la vida, que nunca será cancelada.”.

El hilo conductor de la jornada laboral de todos los bomberos es precisamente este vida de cuartel con las tareas, las alegrías, las satisfacciones, los tragos amargos. “Y te das cuenta de que ese mismo cuartel se convierte en tu segundo hogar. dice ira -, tu vida diaria. La vida cotidiana se ve interrumpida demasiadas veces por el altavoz que anuncia una intervención y, por tanto, la salida de un equipo: cinco hombres, cinco bomberos dispuestos a partir.”.

Y luego hay vida en el campola acción, donde uno se pregunta qué les espera, entonces “adelantarse a los tiempos – continúa el jefe del departamento de bomberos de Cuneo -, te subes al camión, te pones el casco y el retardante de llama y, durante el viaje, te guías por las comunicaciones por radio que te transmiten los compañeros en la sala de operaciones: cada detalle, cada información se vuelve útil en la inmediatez de los hechos. Y a lo largo de los años, hay que afrontar todo tipo de intervención: la que te hace vivir el drama de las llamas, de las explosiones en un incendio, de una fuga de gas, de un accidente de tráfico, el drama del peligro y del riesgo personal y de equipo.

Siempre alerta. ¡Cuántas veces esperas para volver al cuartel!

Y, a veces “deseas” volver: algunos de nosotros no hemos regresado…

Al final ¿cuántas fotografías toman tus ojos?

Imágenes crudas e impresionantes que no forman parte del juego. La vida debería ofrecer algo más, incluso si usas el uniforme de bombero, porque ese uniforme lo usa un hombre, un padre. Los escombros esparcen el olor del humo, los oídos captan los ruidos, las explosiones, las manos sienten la vida, pero a veces también la muerte y mientras tanto los ojos fotografían, fotografían y fotografían de nuevo.”.

Los años pasan, los acontecimientos se suceden, las intervenciones se repiten, las situaciones varían.”y te encuentras diciéndote y diciéndote a ti mismo – La ira continúa – Te miras al espejo y ves las arrugas, las canas y resumes: la primera intervención, el primer incendio, el primer accidente, la primera muerte. Pasas la página y recuerdas la primera inundación, el primer terremoto, el primer deslizamiento de tierra o derrumbe. Vuelves a pasar página y no olvidas la mirada de quienes te esperan, de quienes te piden ayuda. Son muchas las páginas que acompañan el capítulo de ese volumen, de ese oficio tan diferente a todos los demás. Con el paso de los años, el corazón se vuelve una esponja que absorbe emociones, estados de ánimo, lágrimas, tristeza, angustia y tú, con picos positivos o negativos, en alegría o tristeza, vives. El ojo claro existe, existe de verdad, existen los pensamientos, existen las comparaciones y las comparaciones: pudo haber sido mi madre, pudo haber sido mi hermano, pudo haber sido mi hijo… Y sigues recordando las secuencias: recuperando el cuerpo de un ser humano, mujer u hombre, sacándolo de esa maraña de chapas arrugadas… recuperando el cuerpo de un pescador varado durante semanas en el lecho del río… entrando en un apartamento saturado de gas y encontrando a un padre que ha decidió poner punto final a su vida… encontrando todavía al abuelo Pietro y a la abuela Maddalena en la cama del dormitorio, dormidos para siempre por el monóxido de carbono liberado por la estufa de leña”.

Los momentos de reflexión y reflexión son inevitables balance.

Si te paras a pensar – analiza la ira – , te das cuenta de que el día de Año Nuevo, tu cumpleaños, tu aniversario de boda o Nochebuena, tú y tus compañeros, en las horas más impensables del día y de la noche, estabais ocupados cerrando una casa residencial, de una fábrica o quizás se dedique a llevar ayuda a una persona mayor que se ha caído en su casa, o a excavar entre los escombros post-terremoto, a kilómetros de su casa.

La mente cataloga, dividiendo los archivos de intervenciones según el peso, el impacto, las consecuencias, el drama experimentado o tocado.

Revive los días de celebración, que se convierten en días de dolor, de luto.

No hay ninguna intervención eliminada – concluye Rabbia -, pero reducido con el paso de la vida”.

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