Mattarella en Civitella en Val di Chiana: “Unidad popular en torno al antifascismo”

Mattarella en Civitella en Val di Chiana: “Unidad popular en torno al antifascismo”
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“El 25 de abril es, para Italia, un aniversario de fundación: la celebración de la paz, de la libertad redescubierta y del regreso a las filas de las naciones democráticas”, señala el Jefe de Estado en Civitella, en Val di Chiana, donde hace ochenta años Se perpetró una “terrible e inhumana masacre nazi-fascista”, abrazando en su debida memoria a “todas las víctimas de los crímenes de guerra, masacrados en 1944, en nuestro territorio nacional y también en el extranjero”.

(Foto de Paolo Giandotti – Oficina de Prensa y Comunicación de la Presidencia de la República)

Paz, libertad, democracia. Desde Civitella en Val di Chiana, donde hace ochenta años se perpetró una “terrible e inhumana masacre nazi-fascista”, el Presidente de la República lanza su mensaje con motivo del Día de la Liberación. “El 25 de abril es para Italia un aniversario de fundación: la celebración de la paz, de la libertad redescubierta y del retorno a las filas de las naciones democráticas”, afirma el Jefe de Estado, abrazándose en respetuosa memoria (porque “sin memoria no hay (no es ‘es el futuro’) ‘todas las víctimas de crímenes de guerra, asesinadas en 1944, en nuestro territorio nacional y también en el extranjero’. Paz y libertad, subraya por tanto Sergio Mattarella, “esa paz y esa libertad – que encuentran sus raíces en la resistencia de un pueblo contra la barbarie nazi-fascista – han producido la Constitución republicana, en la que todos pueden reconocerse y que representa una garantía de democracia y de justicia, de negación firme de cualquier forma o principio de autoritarismo o totalitarismo”. Valores que unen, más allá de las polémicas que surgen cada año con motivo del 25 de abril, porque – y aquí el presidente cita a Aldo Moro – “la unidad popular es posible y necesaria en torno al antifascismo, sin comprometer por otra parte la variedad y riqueza de la comunidad nacional, el pluralismo social y político, la articulación libre y cambiante de mayorías y minorías en el juego democrático”.

Frente al fascismo, que mucho antes de la guerra había revelado “sus verdaderos rasgos brutales e inhumanos, como nos recuerda el próximo centenario del asesinato de Giacomo Matteotti”, no puede haber ambigüedad.

Ésta es la lección de la Resistencia. Incluso entonces, de hecho, “muchos italianos no se sometieron al deshonor” y, en el caos que siguió al armisticio, “eligieron el camino de la redención”. En palabras del Jefe de Estado, la Resistencia era “un movimiento que, en su pluralidad de personas, motivaciones, orígenes e impulsos ideales, encontró su unidad en la necesidad de poner fin a la dominación nazi-fascista en nuestro territorio, para establecer una nueva convivencia, fundada en el derecho y la paz”. Un movimiento multifacético. Numerosos italianos de todas las condiciones y creencias, recuerda Mattarella, “se reunieron para luchar, con las armas, contra el opresor y el invasor” y “lucharon abiertamente, con coraje, contra un enemigo abrumador en número, en armas y en formación”. Con una diferencia sustancial respecto a sus enemigos “impregnados del macabro culto a la muerte y a la guerra”, ya que “los patriotas de la Resistencia hicieron uso de las armas para que un día callaran y el mundo quedara finalmente marcado por la paz, la libertad”. , justicia “.

Y “hoy, en un momento de gran preocupación, marcado, en Europa y en sus fronteras, por la agresión, la guerra y la violencia, confiamos, constante y convincentemente, en esa esperanza”.

Además de la de los partisanos, el Presidente de la República recuerda con fuerza “la heroica resistencia de los aproximadamente seiscientos mil soldados italianos que, después del 8 de septiembre, se negaron a servir a la República de Salò, ese régimen títere instaurado por Mussolini bajo el control total de Hitler.” Pero el Jefe de Estado también exalta “la resistencia de la población, que se rebeló espontáneamente ante episodios de brutalidad y violencia, escribiendo páginas de espléndido heroísmo de carácter civil”. Es la Resistencia de miles de “hombres, mujeres, religiosos, funcionarios estatales, trabajadores, burgueses”, que “arriesgando su propia vida y la de sus familias, se opusieron a la dictadura y a la violencia sistemática, escondiendo soldados aliados, apoyando la lucha partidista, falsificar documentos para salvar a los judíos de la deportación, imprimir y difundir folletos propagandísticos”, sin olvidar las “valientes luchas obreras que culminaron en las grandes huelgas en las industrias de las ciudades del norte”. Una “Resistencia Civil”, una “Resistencia sin armas”, que también vio “el renacimiento del protagonismo de las mujeres, finalmente liberadas del papel subordinado que les asignaba la ideología fascista”.

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