Los discípulos, después de seguir a su maestro por las calles de Galilea, experimentan su nueva manera de estar presente entre ellos. Después de que el Señor ascendió al cielo, su pueblo está llamado a ir por todo el mundo a predicar el Evangelio, la buena noticia de que la muerte ya no tiene la última palabra en la vida del hombre, porque él es el Resucitado.
La presencia del maestro ya no será física entre su pueblo, sino que los acompañará en su misión a través de la Palabra que dejó en sus corazones y a través de los signos que puedan realizar en su nombre.
Como los discípulos, también nosotros podemos experimentar una fuerte experiencia de Dios, sintiéndolo cerca de nosotros, como si pudiéramos tocarlo y escuchar su voz. Otras veces, sin embargo, podemos sentir a Dios distante, luchando por reconocerlo presente en nuestras vidas. Pero el Señor nos asegura su presencia con pequeños signos diarios que nos da a lo largo de nuestro camino.
Hoy pedimos poder reconocer las pequeñas huellas que Dios quiere dejar en el camino de nuestra vida, como lo hizo con sus discípulos, para que también nosotros podamos experimentar al Resucitado.
Sara Zaccarini
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Fuente: Levántate y camina – el evangelio diario con comentario
