Comentario sobre el evangelio del día 16 de abril de 2024 –

Hambre y sed, pero ¿para qué? El diálogo que Jesús inició con la multitud, que lo seguía tras la señal de los panes y de los peces, llega finalmente a su núcleo: ¿qué es lo que verdaderamente satisface y apaga la sed de vida? Claro, había algo de pan y agua que eran necesarios para el viaje a través del desierto hacia la tierra prometida, para mantenerse con vida, pero ese fue un regalo momentáneo. Ahora, en Jesús, el don es definitivo y total.

El Padre da el pan que es la vida del mundo. Obviamente esta afirmación hace que la multitud quiera ese tipo de pan. Aquí viene entonces el gran anuncio de Jesús: “Yo soy el pan de vida”. De la vida real.

Quien esté satisfecho con él, ya no tendrá hambre ni sed. Jesús es el don total y definitivo del Padre. En él encontramos finalmente lo que nos permite vivir plenamente nuestra relación con el Padre. Llegar a él significa finalmente descubrir quién puede dar plenitud a los deseos más profundos de la vida, de la comunión, del descubrimiento de un Dios que se da y que es don para el mundo entero, de un Dios que precisamente en el pan eucarístico se pone en el manos del hombre para transformarlo.

Un Dios así también puede escandalizar, pero es la única manera de decirle a la humanidad que su amor es total, que su cercanía es completa, que la relación con Él nunca puede fallar.

Lino Dan SJ

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Fuente: Levántate y camina – el evangelio diario con comentario

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