Nutre el cerebro

La alimentación y una correcta nutrición son fundamentales para mantener el rendimiento cerebral, de hecho también ayudan en la prevención y tratamiento de trastornos mentales y enfermedades neurológicas. No es sorprendente que seguir una dieta de estilo occidental rica en grasas saturadas, carbohidratos refinados y una alta densidad calórica, combinada con una conducta alimentaria excesiva, que conduce a enfermedades relacionadas con el estilo de vida, también sea un factor de riesgo de deterioro del rendimiento y la salud cerebral. De hecho, se ha demostrado un efecto directo de este tipo de dieta sobre el cerebro humano, especialmente sobre el volumen del hipocampo, importante región responsable de la memoria y la cognición.

La dieta mediterránea, caracterizada por un alto consumo de grasas monoinsaturadas, como aceite de oliva virgen extra, verduras, frutas, proteínas vegetales, cereales integrales y pescado, y un bajo consumo de carnes rojas, cereales refinados y dulces, se ha asociado con una menor deterioro y deterioro cognitivo y accidente cerebrovascular; mientras que la dieta DASH (baja en sodio), rica en frutas, verduras y nueces, con productos lácteos bajos en grasa, carnes magras, pescado, aves, cereales integrales y grasas poliinsaturadas se asoció con una mejor función cognitiva promedio.

Los lípidos constituyen la mitad del cerebro humano en términos de peso seco y son cruciales para el correcto funcionamiento de las actividades cerebrales. Alrededor del 50% de los ácidos grasos del cerebro son ácidos grasos poliinsaturados y, en particular, el DHA regula funciones relacionadas con la plasticidad y las capacidades cognitivas, y mejora la diferenciación neuronal. Estos nutrientes se encuentran principalmente en el aceite de oliva virgen extra, los frutos secos y semillas oleaginosas, el pescado (especialmente el salmón, la caballa, las sardinas, el arenque, el atún y las anchoas).

Muchos micronutrientes, como las vitaminas y los oligoelementos, son de importancia esencial durante las primeras etapas del desarrollo del cerebro. Por ejemplo, la deficiencia de vitamina B se ha relacionado con numerosos trastornos mentales.

El hierro y el zinc son micronutrientes esenciales para el desarrollo neurológico; en particular, una deficiencia grave de zinc provoca graves malformaciones estructurales del cerebro.

La deficiencia de yodo (cretinismo) provoca daños cerebrales irreversibles, además de comprometer la función tiroidea.

Seguir una dieta mediterránea manteniendo una dieta rica y variada y reduciendo el contenido calórico protege al cerebro del daño oxidativo, ya que esta opción dietética proporciona varios alimentos antioxidantes que tienen efectos positivos sobre la función neuronal, promoviendo el rendimiento del aprendizaje y la memoria y mejorando las funciones cognitivas.

PREV Debe simplificarse el acceso a los centros de salud mental
NEXT Parkinson, un análisis de sangre es suficiente para predecir la enfermedad con 7 años de antelación