El Hospital Miulli dejará de prestar servicios sanitarios a los habitantes de Basílicata a partir de julio

El Hospital Miulli dejará de prestar servicios sanitarios a los habitantes de Basílicata a partir de julio
El Hospital Miulli dejará de prestar servicios sanitarios a los habitantes de Basílicata a partir de julio

El hospital Miulli de Acquaviva delle Fonti ha anunciado “la interrupción de los servicios sanitarios a los residentes de Basílicata (en ausencia de la estipulación de los “Acuerdos Fronterizos”) a partir del 07/01/2024″. Del documento difundido por el hospital de Apulia se desprende que “la suspensión se refiere a: hospitalizaciones programadas; Cirugía ambulatoria; Dia de hospital; Servicio Diurno y Ambulatorio”.
“También se establece – está escrito en el documento – la interrupción de las reservas de servicios, (incluidas las visitas de Oncología y Radioterapia) de pruebas de diagnóstico instrumental (TAC, resonancia magnética, Endoscopias, etc.) hasta el 31/12/2024. Sólo se podrán realizar visitas de seguimiento/chequeo, con el fin de evitar interrupciones en el proceso terapéutico.
Se prevé la posibilidad de primeras visitas pagadas: “Teniendo en cuenta la demanda sanitaria de los usuarios, en particular de Basílicata, para ofrecer la posibilidad de tratamiento en nuestro hospital, las “primeras visitas” de especialistas están disponibles exclusivamente para la posibilidad de acceder clínicas institucionales con una remuneración a cargo del usuario equivalente a un coste de 60 euros, referido al importe del servicio y al billete”.

El comentario de Pasquale Doria (Matera Civica):

El Hospital Miulli de Acquaviva cierra sus puertas en Basílicata, respetando en gran medida el derecho constitucional a la salud. El Ayuntamiento de Matera no se equivocará al hacer oír su voz con firmeza y decisión, y hará igualmente bien en no permanecer indiferente ante la gravedad de un documento relativo a la salud de nuestras comunidades que circula desde hace unas horas, especialmente en el mundo de la medicina lucaniana.

En resumen, el Hospital Miulli anuncia la “interrupción de los servicios sanitarios a los residentes de Basílicata (en ausencia de la estipulación de los “Acuerdos Fronterizos”) a partir del próximo 1 de julio”. En concreto, la suspensión se refiere a: hospitalizaciones programadas, cirugía ambulatoria, hospitales de día, servicios de día y ambulatorios. El documento, convenientemente distribuido también a través de la Simg (Sociedad Italiana de Medicina General), continúa precisando que también se prohíbe la interrupción de las reservas de servicios (incluidas las visitas de oncología y radioterapia) y de las pruebas de diagnóstico instrumental (TC, resonancia magnética, endoscopias, etc.). ordenado) hasta el 31 de diciembre del presente año 2024. Sólo se podrán realizar visitas de seguimiento/chequeo, a fin de evitar interrupciones en el proceso terapéutico.
Está prevista la posibilidad de primeras visitas pagadas: “Teniendo en cuenta la demanda sanitaria de los usuarios, en particular de Basílicata – continúa el documento – para ofrecer la posibilidad de tratamiento en nuestro hospital, estamos disponibles exclusivamente para las primeras visitas sólo especialistas posibilidad de acceder a las clínicas institucionales con una remuneración a cargo del usuario equivalente a un coste de 60 euros, referido al importe del servicio y al billete.”

Nuestra Constitución atribuye a la República la protección de la salud como derecho fundamental del individuo e interés de la comunidad. Pero no es el primer caso en el que el derecho a la salud es negado, privatizado y mercantilizado. Una regresión que las comunidades lucanianas están experimentando en un crescendo cuyos resultados involutivos afectan especialmente a los grupos sociales menos favorecidos. Son progresivamente expulsados ​​del servicio nacional de salud introducido en 1978 con el objetivo de garantizar el acceso universal a los servicios de salud para toda la población. Si consideramos que sólo formas adecuadas de seguro podrán permitir un tratamiento sin quién sabe qué preocupaciones económicas, está muy claro cuánto nos está costando la reducción de camas en los hospitales públicos y de personal sanitario en términos de sacrificios cada vez menos sostenibles.

El daño de las decisiones equivocadas ya está resultando evidente, pero no es seguro que no pueda empeorar aún más con la autonomía diferenciada que se cierne ante la falta de garantía sobre los niveles esenciales de rendimiento (Lep), en resumen, ahora estamos cerca de cancelación de los derechos sociales individuales y colectivos de nuestras comunidades ya probadas, amargamente encauzadas por un camino que debe evitarse absolutamente si esto termina agravando las disparidades territoriales del país en detrimento de las realidades más débiles.

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