Asentamientos históricos: ¿demoliendo la cultura?

Asentamientos históricos: ¿demoliendo la cultura?
Asentamientos históricos: ¿demoliendo la cultura?

¿Por qué nos hacemos esta pregunta hoy?

¿No hemos protegido suficientemente nuestro patrimonio histórico? ¿Acaso no hemos reconocido como tales incluso las zonas más antiguas de nuestras ciudades y de las pequeñas aglomeraciones urbanas? ¿Varias décadas de debates y comparaciones sobre el valor de las pruebas materiales sedimentadas en el territorio y de otros tantos avances normativos sobre su recuperación y valorización ya no son capaces de garantizar su integridad? Aparentemente no.

La cultura del centro histórico nació en la primera posguerra y se desarrolló especialmente en la segunda, cuando los daños causados ​​por los conflictos bélicos requirieron intervenciones masivas de reconstrucción y rehabilitación. Fue aquel un período de gran fervor, tanto desde el punto de vista práctico como por la formación de un aparato teórico-regulador nacional capaz de proyectar hacia el futuro la estructura y función de nuestras aglomeraciones históricas, preservando sus características intrínsecas, reconocidas como grandes hitos históricos. -Valor documental, pero también urbano y social.

El tema fue retomado en los años 1970, cuando a nivel internacional la llamada “Carta de Amsterdam” definió que el patrimonio arquitectónico europeo no sólo está formado por los monumentos más importantes sino también por los conjuntos que constituyen nuestras ciudades antiguas y nuestros pueblos tradicionales, en su entorno natural, y que este patrimonio arquitectónico es patrimonio común de todos los pueblos.

En esos años nuestra Provincia emitió las primeras normas que tenían como objetivo salvaguardar, proteger y reutilizar socialmente los asentamientos históricos existentes como soporte de funciones y formas de vida tradicionales, que forman un patrimonio cultural y económico de primordial importancia para la comunidad trentina. Se estableció, por tanto, que los centros históricos son bienes culturales y ambientales, cuyo conocimiento, protección, conservación, reurbanización y revitalización deben promoverse para contribuir, no sólo en términos de conveniencia individual sino también de interés colectivo, a un desarrollo económico más satisfactorio. equilibrio social del territorio. La garantía de unas condiciones de vida adecuadas para la residencia y los servicios sociales ha sido siempre uno de los criterios principales, aspecto que nunca ha desaparecido.

Diversos desarrollos normativos posteriores han mantenido el objetivo principal de salvaguardar el bien histórico y han ampliado este concepto a todo el conjunto urbano relevante, al espacio público, al de uso colectivo, a la red de callejones, calles y plazas. Sin embargo, a menudo las normativas no han podido garantizar en la práctica intervenciones que respeten las características históricas y los valores más significativos de los antiguos asentamientos: de ahí la banalización producida por intervenciones menores, pero generalizadas, y la inserción de tipologías disonantes de los Genius Loci específicos, tienen caracteres en gran medida degradados.

En este escenario problemático, en la última década, algunas reformas potencialmente devastadoras han recaído sobre los asentamientos históricos de Trentino: la posibilidad de demoler edificios sujetos a renovación, la posibilidad de levantar cualquier edificio no directamente protegido y la posibilidad de demoler incluso edificios que sean rehabilitar si se considera inestable. Estas normas ya permiten arrasar asentamientos históricos menores enteros y una gran parte de los más importantes: si esto ha ocurrido sólo en pequeña medida es debido al sentido común de los ciudadanos o a la inercia del sector de la construcción.

Por si fuera poco, otra amenaza grave se perfila en el horizonte: negando décadas de desarrollo cultural y de compromiso urbanístico, la reforma anunciada por el concejal provincial de urbanismo Mattia Gottardi para luchar contra la despoblación de los centros históricos propone la “solución definitiva”: la “demo-reconstrucción” también para los edificios sujetos a renovación (que por tanto tienen características valiosas), que afectará principalmente a los núcleos llamados “menores” y que podría afectar no sólo a edificios individuales sino también a secciones enteras. Derribar las antiguas casas de piedra, grandes y compactas, para crear nuevos edificios, equipados con balcones y ventanas, primando el autoconsumo -con paneles fotovoltaicos- y la eficiencia energética -con aislamiento térmico-, fomentando las reconstrucciones de menor volumen y apartados de la carretera. superficie, con el fin de ensanchar las calles!

Barrer con una esponja los lodos tangibles de la cultura campesina que ha formado, mantenido y transmitido a las generaciones posteriores un territorio extraordinario y sus emergencias arquitectónicas. Y todo ello por un fallo de análisis, dado que la identificación de la causa de la despoblación de los centros históricos -por otra parte no homogéneamente presentes en todo el territorio- en la tipología de los edificios es absolutamente cuestionable, cuando no se ha aplicado la más mínima política para décadas de revitalización social de estos sectores y de incentivar la recuperación de la construcción y el desarrollo de actividades económicas.

La importante conferencia nacional titulada “ASENTAMIENTOS HISTÓRICOS: ¿DEMOLIENDO LA CULTURA?”, organizada por Italia Nostra el 7 de junio en el Palacio Geremia de Trento, con la presencia de doce ponentes cualificados y el apoyo de una decena de patrocinadores – entre ellos el Ayuntamiento de Trento, los dos asociaciones profesionales de Arquitectos e Ingenieros y las principales asociaciones voluntarias del sector cultural, ha demostrado que la conformación urbana de los centros históricos, tan concentrada y compacta, es también el modelo más eficiente de sostenibilidad y que las técnicas y tecnologías de intervención actuales lo hacen posible obtener excelentes estándares de eficiencia energética, asegurar una adecuada consolidación estructural y mejoras en el comportamiento antisísmico. Lejos de la intención de cristalizar asentamientos históricos, hay que confirmar, por tanto, la absoluta necesidad de preservar su integridad, a la vez como testimonio cultural irreproducible y como modelo de asentamiento reproducible. Su destrucción sería una acción imprudente a nivel cultural y, además, ruinosa a nivel ecológico.

Las medidas anunciadas por el concejal de Urbanismo anularían décadas de compromiso con la conservación del patrimonio arquitectónico y urbano de Trentino.

Pero el peligro no es sólo éste, igualmente grave sería la pérdida del sentido de identidad, la pérdida del patrimonio inmaterial que los centros históricos, con su presencia material, nos transmiten: el testimonio de una civilización, la conciencia de nuestra historia, de principios, valores y conceptos que han sido la base de cada acción humana que aquí se ha manifestado y que, aún hoy, tiene tanto que decirnos y quizás incluso algo que enseñarnos.

Manuela Baldracchi

Presidente de Italia Nuestra Sección Trentina

El artículo fue publicado en el periódico “L’Adige” el 27 de junio de 2024.

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