Padua y la afición: continúa el circuito negativo de quejas

Padua y la afición: continúa el circuito negativo de quejas
Padua y la afición: continúa el circuito negativo de quejas

Desde el estadio que no nos gusta, hasta la dirección que no sabe trabajar, pasando por la propiedad que invierte poco y hasta la elección de jugadores que no nos convienen: hoy parece que nada se escapa Críticas al hincha del escudo blanco.

Los que no son de Padua se preguntan por qué nos quejamos tanto. La neurociencia nos ofrece una explicación interesante: en Padua, después de estos años de dolor, todos necesitamos un alivio emocional. Y el lamento, junto con la protesta continua, puede ser la solución. Quejándote todo el día del fútbol de Padua, suceden al menos dos cosas: 1. Te sientes seguro, te sientas en tu eterno problema, te sientes cómodo sintiéndote comprendido por quienes se quejan de las mismas cosas que tú, por lo tanto perteneces a una comunidad que comparte el mismo sentimiento; 2. Te hace sentir considerado, porque tus constantes quejas y protestas te hacen parecer un mártir, alguien que está sufriendo una gran injusticia y por tanto te conviertes en una persona reconocida por los demás. Parece extraño, pero quejarse puede hacernos sentir mejor, al menos temporalmente. Ceder a las quejas a menudo fortalece el circuito de quejas. Nuestro cerebro está diseñado para ser eficiente: cada vez que nos quejamos fortalecemos el circuito neuronal de la queja, y será más fácil volver a caer en él quizás sin ser plenamente conscientes de ello. Así que la queja pide queja, ad infinitum. En Padua, al menos en el fútbol, ​​nos hemos convertido en campeones de la denuncia y la protesta. Sin embargo, es fundamental comprender que, si bien estas reacciones pueden ser comprensibles, seguir quejándose sin buscar soluciones puede tener efectos negativos a largo plazo. Las continuas protestas no sólo mantienen al aficionado en un estado de insatisfacción, sino que también crean un ambiente lleno de energía negativa. Este perpetuo estado de queja justifica fracasos futuros. Es como si, inconscientemente, buscáramos más motivos para quejarnos, perpetuando un ciclo de insatisfacción que no conduce a ningún cambio concreto. De hecho, empeora las cosas.

En lugar de ello, deberíamos centrarnos en lo que está mal y trabajar realmente para cambiarlo. Deberíamos orientar nuestra energía hacia soluciones constructivas y, sobre todo, realistas. Incluso la crítica persistente puede ser útil cuando es constructiva y va acompañada de propuestas verdaderas. La pasión por el equipo de tu ciudad es un poderoso catalizador para el cambio: no puedes cambiar tu fe en el fútbol, ​​sólo aquí debes encontrar el camino correcto. La tendencia derrotista del último mes corre el riesgo de crear sólo un círculo de negatividad que repercutirá en todo el entorno, incluidos los jugadores y los consiguientes resultados. ¿Esto tiene sentido? —

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