Vivarini y Catanzaro: el triste epílogo de un matrimonio exitoso

Vivarini y Catanzaro: el triste epílogo de un matrimonio exitoso
Vivarini y Catanzaro: el triste epílogo de un matrimonio exitoso

Era el 30 de noviembre de 2021 cuando Vincenzo Vivarini fue nombrado entrenador de catanzaro para reemplazar al exonerado Antonio Calabria y desde entonces muchas cosas han cambiado. Lo que ocurrió dos años y medio después ya es historia: desde la decepción de Padua lo que conduce al ascenso al cadete que se produjo después de 17 años rompiendo todos los récords en Serie C (con la guinda del triunfo en la Supercopa), hasta el último campeonato de Serie B Terminó como novato en quinto lugar y a dos pasos de la final del play-off de doble salto. Tras heredar una situación complicada, el “Comandante” consiguió casi inmediatamente con sus ideas reavivar el entusiasmo de la plaza Giallorossi, que se había visto obligada a tragar varios tragos amargos en los últimos años. Pero nadie podría imaginar que la era Vivarini pudiera dar tanta alegría y satisfacción con un juego moderno que entretendría a todos en todo el país.

Un fútbol proactivo, basado en la posesión del balón y la estética como punto fuerte del equipo de Catanzaro de Vivarini. Alta agresividad, planteamiento desde abajo, fraseo y verticalidad como fundamentos tácticos estudiados hasta el más mínimo detalle para intentar sacar el resultado ante cualquier rival. El equipo ha madurado cada vez más con el tiempo, se ha vuelto capaz de apretar los dientes en los momentos de dificultad y de saber ganar incluso de otra manera: exaltándose en los espacios con rápidos contraataques de la defensa o aprovechando la meticulosa atención a bolas inactivas y el no dejar ningún detalle al azar. Todo esto es posible gracias a un grupo sólido que Vivarini ha sabido construir y potenciar día tras día. Un equipo que cautivó a toda una población marcando muchos goles en todas las categorías, pero que en la Serie B reveló demasiadas lagunas defensivas resultantes de un juego sin grandes tácticas que en algunas circunstancias costó caro con derrotas burlonas subsanadas en el último minuto.

Vivarini había creado un juguete a su imagen y semejanza. Fue el hombre que, con su mentalidad ganadora y proactiva, devolvió la credibilidad a una ciudad atormentada dándole un sueño inesperado. Esas ambiciones de un gran salto a la Serie A que formaban parte de un pasado glorioso y en cierto modo quedaron a un lado por años pasados ​​en el infierno de la tercera serie. A pesar del amargo divorcio, nadie podrá jamás olvidar ni borrar estos dos años y medio que devolvieron el gran fútbol a lo alto de las tres colinas. Y es precisamente por eso que la separación entre el entrenador más exitoso de la historia del club y Catanzaro tuvo que ocurrir de otra manera. Quizás con el más clásico de los finales felices. Como hubiera deseado todo el pueblo de Catanzaro para no socavar todo el bien que se ha hecho.

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