PISA. Último timbre de la escuela infantil privada Figlie di San Francesco en via Andrea Pisano. La guardería, con casi cien años de historia a sus espaldas, cierra para siempre por falta de alumnos. Ningún padre ha matriculado a su hijo en la primera clase de infantil para iniciar un nuevo ciclo escolar en septiembre.
Ya en los últimos años, poder formar una nueva sección se había vuelto cada vez más difícil. Este año la natalidad golpeó fuerte y las monjas de la Orden de las Hijas de San Francisco, que siempre han administrado el colegio, inaugurado allá por 1927, no tuvieron más remedio que izar la bandera blanca.
Los costes de gestión no nos permiten seguir con un número reducido de alumnos y por eso, aunque sea de mala gana, la decisión está tomada y no hay vuelta atrás.
El viernes por la tarde, último día de clases, hubo un saludo sorpresa en la sala de la guardería. La profesora Anna Maria Della Mercede, durante años columna vertebral de la escuela, ahora jubilada, logró organizar un momento para recordar y agradecer a quienes depositaron tanta confianza en ellos, en presencia de las autoridades municipales, civiles y religiosas. Al llamamiento de Anna Maria respondieron muchos, más de un centenar de padres y exalumnas, que quisieron transmitir su solidaridad y su abrazo a sor Ignazia, la madre superiora, y a todas las demás hermanas que, junto con las profesoras, sacaron adelante la escuela. a tiempo. Con ellos también el concejal Riccardo Buscemi (antiguo alumno de las Hijas de San Francisco), Romano Gori, jefe de la Oficina de Escuelas Católicas de la Archidiócesis de Pisa, Don Claudio Bullo, párroco de la unidad pastoral Sagrado Corazón-Cep-Barbaricina, el padre Federico Russo, guardián de la comunidad franciscana de Santa Croce en Fossabanda, Claudio Righi, coordinador pedagógico regional y presidente honorario de la Federación italiana de escuelas infantiles (Fism) de Pisa, Alfonso Nardella, presidente del Centro deportivo italiano (Csi), Don Emanuele Morelli, director de Cáritas Diocesana, y Daniela Peroni, madre de tres niños que asistieron al colegio y que quiso agradecer, en nombre de todos los padres, a las monjas y a los profesores. Lo que ha ocurrido ha sido un momento lleno de recuerdos, pero también de reflexión sobre el futuro de muchas escuelas privadas de nuestra zona y de Italia, “socavadas” por la decadencia demográfica, por el llamado “invierno de las cunas”.
“El cierre de una escuela es una derrota para toda la comunidad”, fue el pensamiento común expresado por los presentes. «Bloquear para siempre la puerta de una escuela – se subrayó – significa extinguir una comunidad, formada por aulas coloridas, en las que ni los niños ni los profesores volverán a entrar».
“No debemos perder la esperanza”, afirmó Don Bullo, al tiempo que pidió a las fuerzas políticas ayudas y desgravaciones fiscales para apoyar a las familias con dos o más hijos. Buscemi también expresó su pleno apoyo a las escuelas.
Las monjas, sentadas en primera fila, se emocionaron y escucharon a su comunidad en su día más triste junto a su madre superiora. «Cada mañana – dijo sor Ignazia, agradeciendo a los presentes – las voces de los niños resonaban en el patio y en las aulas, llenando todo de esperanza y de colores. Tomábamos tantas manitas que cada mañana se separaban de las de sus padres y se aferraban a las nuestras con la misma curiosidad con la que agarramos las estrellas del cielo. Ahora, al cerrar esta página de la historia, llevamos con nosotros los recuerdos, las lecciones y el amor que impregnaron cada momento que pasamos aquí. Aunque el colegio cese su servicio, pensamos que no todo fue en vano, esperamos haber transmitido, siguiendo las huellas de San Francisco, la acogida hacia todos, la caridad silenciosa y la alegría del corazón, el amor y el respeto por la vida”.
