Peppino Francobandiera y Masseria Vaccarella

Peppino Francobandiera y Masseria Vaccarella
Peppino Francobandiera y Masseria Vaccarella

De Alberto Altamura

Realmente aprecié las intervenciones del director. Enzo Ferrari sobre el papel y las actividades del Club Cultural (entonces conocido con el nombre de Circolo Italsider) de la Masseria Vaccarella dirigido por Peppino Francobandiera y sobre la importancia del archivo histórico del Centro Siderúrgico de Taranto. Son dos intervenciones significativas, que ponen de relieve un período importante en la vida de la Ciudad y los protagonistas que lo hicieron posible, antes de su decadencia definitiva.

Si la combinación industria/cultura puede parecer conflictiva y divergente, hay que decir que no siempre ha sido así y que, a pesar de todos los problemas que ha tenido que afrontar Taranto, hubo un período en el que la industria produjo cosas buenas para el ciudad y la proyectó hacia una dimensión nueva y “diferente”. Obviamente me refiero al período anterior a Riva. Un impulso importante a este proceso lo dio una persona de origen potentino que hizo mucho por Taranto, a la que estaba vinculado, teniendo detrás al gigante del acero: Peppino Francobandiera. Un caballero fino y distinguido, de buenos modales, enamorado de la cultura, el arte, la música y el deporte. Es un escritor talentoso y un refinado crítico de arte por derecho propio.

Peppino fue un operador cultural muy válido, o más bien diría uno ‘estratega cultural’, que trabajó duro para modernizar la antigua cultura local y promover ese salto de calidad que haría de Tarento una ciudad moderna, abierta a la innovación y sensible. Su principal mérito fue mirar la cultura de forma global, mostrando interés por el arte, el teatro, la música, la literatura y el deporte. En definitiva, todos estos sectores fueron vistos desde una perspectiva unitaria e inclusiva. Los primeros carteles de teatro, creados por Orfeo, fueron creados con su aportación, me refiero a su club italiano abriendo Taranto a las compañías y actores más importantes que adornaron la escena nacional. Y aquí sería útil la aportación de los propietarios de Orfeo, que en aquel momento también eran operadores activos en el sector.

Una página muy querida para mí, debido a mis intereses culturales, es la relativa a la organización de prestigiosas exposiciones de arte en las instalaciones de la Masseria Vaccarella. Peppino tuvo el mérito y la capacidad de traer a Taranto a importantes personalidades de la vida artística nacional que, superando sus reticencias iniciales, aceptaron la invitación y al final se mostraron entusiasmados por descubrir un Sur, que no sólo no estaba cerrado en las viejas lógicas y consolidó estereotipos, pero estaba dispuesto a acoger las tendencias más avanzadas y cultas del arte contemporáneo. Muchos nombres iban y venían por Taranto, entre los que me gusta recordar algunos: Giò Pomodoro, Mitoraj, Fazzini, Vespignani, Cantatore, Mattioli… Todos artistas muy importantes de los que habría mucho que decir. Tuve el placer y el honor de conocer a casi todos estos artistas, porque el buen Peppino me avisó, con motivo de exposiciones personales, y me invitó a hacerle compañía y agasajar a los ilustres invitados con temas culturales, históricos y literarios. Después de una larga mañana observando el montaje de las salas y charlando con los artistas, no faltó el epílogo adecuado en un buen restaurante urbano para presentar las delicias culinarias jónicas, que naturalmente deleitaron a los ilustres invitados. Olvidé decir que, a petición de Peppino, los artistas crearon elegantes bocetos escultóricos o gráficos, que luego se pusieron a la venta a un precio, por así decirlo, político, y muchas obras entraron en muchos hogares de Tarento, lo que sirvió para acercar al público. acercar al arte y fidelizarlo al compromiso del Club. La gente acudió en gran número y mostró bastante interés por estas iniciativas fuera de lo común. En resumen, algo importante se estaba moviendo en el tejido de la ciudad y presagiaba desarrollos interesantes.

Además de las exposiciones de arte, merecen mención los encuentros con escritores y poetas de nivel nacional; Recuerdo los que tenían Camilla Cederna y Alfonso Gattoen un clima y ambiente relajado y confortable, en el que nos acurrucábamos en círculo, a veces sentándonos en el suelo en la alfombra, en un abrazo ideal con los autores. El diálogo era a menudo espontáneo, animado y no influido por su altura. En definitiva, fue una temporada feliz, que aún lamentamos, porque terminó tristemente, para una ciudad como Taranto donde es difícil construir y hacer arraigar cosas bellas y válidas.

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