Italia, somos muy fuertes.

Italia, somos muy fuertes.
Italia, somos muy fuertes.

Hasta las 22.45 del lunes estaba convencido de que el nuestro equipo nacional estaba entre los más pobres. Luego leí y escuché muchas intervenciones sin sentido, desesperadas o imaginativas, y sobre todo vi – como usted – varias veces a los otros supuestamente grandes en acción: Francia, Alemania, Holanda, Portugal, Bélgica y por tanto Mbappé y Griezmann, Havertz y Kroos, Gakpo y Reijnders, Ronaldo y Bernardo, Lukaku y De Bruyne, llegando a la conclusión optimista de que Con un poco más de culo hasta lo podríamos ganar., este bendito torneo. Al fin y al cabo, nos clasificamos segundos en el grupo de España, el único grupo más que decente, y Croacia -la Croacia de Modric, Kovacic, Brozovic, Pasalic y Sucic- a pesar del peor Di Lorenzo de los últimos tres años; Jorginho electrocutado en el camino a Damasco; Pellegrini, Chiesa y Dimarco en plena crisis mística; Scamacca y Retegui aparentemente dispuesto a hacer lamentar la peor propiedad de la historia, la de la temporada pasada: si las lesiones no le hubieran detenido, Ciro seguiría siendo titular inamovible.

Ellos fueron los únicos que nos mantuvieron con vida. Donnarumma, Calafiori, Barella, Bastoni y Zaccagni, que jugó 17 minutos. Pensemos en lo que podría pasar si Jorginho volviera a encontrar su racha sarriana, Di Lorenzo recordó cómo voló con Spalletti en el Napoli; Scamacca se sintió de nuevo en la Europa League y Chiesa, Pellegrini y Dimarco sustituyeron a sus respectivos primos vistos en los tres primeros partidos. La verdad es que los deportistas han llegado a Alemania con 60, 65 partidos disputados (gracias, UEFA) y también mentalmente agotados, pienso en particular en los mejores jugadores que juegan todo el año con el City, el Bayern, el Real, el Barcelona, PSG, Inter. Es natural que les cueste dar lo mejor de sí. Además, estamos en una fase del fútbol internacional muy carente de talento, por lo que la expresión de valores técnicos no entusiasma.

Desde hace días asistimos a salidas muy aburridas, la más placentera fue Türkiye-Georgia. Los pocos finalistas que me hicieron gracia se llaman Nico Williams21 años, salario de 7 millones al año, Fabianque enviamos a Francia, Güler, Musiala y Mikautadze. Siempre he creído en los milagros: desde el gol de Robi Baggio contra Nigeria en el 94 hasta el cabezazo alto de Giorgino Bresciani, 1,70 metros, contra el Chievo, que en el 96 me dio el ascenso al Bolonia a la Serie B. La delpierata, o la tottata, de Zaccagni a Croacia no es más que otro milagro del fútbol, ​​que sigue siendo el deporte más apasionante del planeta. El gol de Zac fue milagroso, pero no tanto como el pase de traidor de Lukaku y que hirvió cuando dejó el Inter por la Roma para romper goles incomparables ahora que parece gol del Milán. Los milagros no tienen límites. Vamos, Lucio.

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