“Me enamoré de la Toscana hace 30 años, cuando hice un tour de cata de vinos. Así que decidí comprar una casa en Montepulciano y pasar buena parte de mi tiempo en esta zona”, explica Urs Rechsteiner a tvsvizzera.it.
Contable, experto en impuestos y siempre enamorado del arte, cuando Rechsteiner se jubiló decidió pasar más tiempo en la Toscana. Y en ese momento decidió fundar la FUR – Fundación Urs Rechsteiner, cuyo objetivo es hacer accesibles al público las numerosas obras de arte que posee.
Pero los 28 bancos firmados, entre otros, por Giò Pomodoro, Pietro Cascella, Matthew Spender, Jean-Paul Philippe, Justin Peyser, Joe Tilson y Mauro Berrettini, fueron diseñados y realizados mucho antes de la creación de la fundación.
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“Fue uno de los artistas, Mauro Berrettini, quien me habló de estos bancos que estuvieron olvidados en un almacén durante más de veinte años”, explica el mecenas suizo.
Un destino que se cumple
Mauro Berrettini, Pietro Cascella y Riccardo Grazzi fueron los animadores de este proyecto. Llamaron a participar una treintena de colegas a quienes hace 20 años se les pidió que reinterpretaran el concepto de “sesión”. Una vez creadas las obras de arte, hubo que buscar un lugar, pero a pesar de las notables firmas, parecía que nadie estaba interesado en albergar los 28 bancos de diseño. Hasta hoy.
“No es una casualidad. Es un destino que se cumple”, dice entre risas María Cava, curadora del “Camino del Arte y del Alma”. “Estas obras están hechas de piedras de travertino, de las cuales esta zona es rica. La propia fachada de la Catedral de Pienza está realizada con esta piedra. En definitiva, es como si las obras estuvieran esperando este destino. Fueron creados precisamente para embellecer este lugar donde parecen ser parte de la naturaleza misma. Y la naturaleza está en el centro de este proyecto porque estas obras de arte contemporáneo se ponen a disposición para poder admirar el arte más grande, que es precisamente el paisaje natural que nos rodea”, explica Cava.
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El “Camino del Arte y del Alma” comienza justo delante de la fachada de la Catedral de Pienza, en el centro del pueblo. La primera obra es la firmada por Giò Pomodoro. Para ver los demás hay que salir de las murallas del pueblo. Algunas se pueden ver inmediatamente y permiten admirar el arte de la naturaleza en toda su majestuosidad con una vista general de la Val d’Orcia. Pero cuanto más avanzamos, más cambia el panorama. Y cambia continuamente: primero un camino bucólico que desemboca en el bosque. Desde el bosque la ruta continúa por un olivar y luego termina en una finca rural. En total 28 oportunidades para la reflexión y la meditación; 28 puntos de observación de la naturaleza.
El guardián del valle
El Guardián del Valle se encarga de proteger a los viajeros y, de hecho, a toda la Val d’Orcia. “Se trata de la vigésimo novena obra de arte del itinerario que embellece los bancos, aunque el núcleo principal de la exposición nació varios años después”, explica María Cava.
Vigilando el valle hay un guardián de cuatro metros de altura.
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“El Guardián del Valle es una escultura creada en los laboratorios de Cortocircuito a partir de una idea del artista Lorenzo Nisi y creada con Antonio Borrelli. Es un hombre de mortero de cemento de aproximadamente cuatro metros de altura que mira el Valle, lo protege, lo preserva. Representa la conciencia del mundo, nuestra actitud para cuidar los lugares”, concluye Cava.
Una obra que nos recuerda la necesidad de preservar la belleza. Según Urs Rechsteiner, esto lo deben hacer tanto el sector público como el privado: “Creo realmente en la sinergia y la colaboración entre lo público y lo privado. Juntos podemos hacer mucho para mejorar lugares y territorios. Aquí, con la Fundación y la donación quería hacer un aporte en este sentido. Hace falta más arte, hace falta más belleza y también hace falta sensibilidad para comprenderla. Si exponemos a los jóvenes a este arte estamos haciendo un trabajo de educación y crecimiento”.
