Asesinato en Pescara, la ‘hierba’ comprada y el selfie en la playa. Luego el pacto: “Todos cállense lo de Thomas”

(Adnkronos) –
Un selfie en una tumbona en la fábrica “Croce del Sud” de Pescara, poco después del asesinato de Thomas Christopher Giuliani. Son las 18.21 del domingo, cuando uno de los chicos investigados por el crimen estalla: el problema que le había afectado poco antes, es decir, la deuda de Thomas, que le debía unos 240 euros más, al parecer, el reembolso de otro préstamo de 70 Euros, ya está solucionado. “Una cuestión de respeto”, les dijo a sus amigos.

Las fotos en la playa figuran en los expedientes judiciales, junto con muchas otras que rememoran el horrible domingo de un pequeño grupo de seis amigos y conocidos, dos de los cuales mataron ferozmente a Luciani en el parque ‘Robert Baden Powell’ de Pescara. Para luego comprar 10 euros de hierba para fumar en la playa, tal y como recoge el decreto de detención. Y estipularon una especie de ‘pacto de silencio’: “Mientras caminábamos”, uno de los sospechosos dijo “que esto tenía que quedar entre nosotros cinco”, relató a los investigadores uno de los niños presentes en los hechos.

Son también las imágenes tomadas por las cámaras de videovigilancia de la zona las que reconstruyen la historia y atrapan a los sospechosos, además de los testimonios recogidos: las “versiones dadas por todos los testigos coinciden entre sí y con los elementos objetivos adquiridos”. (examen médico legal, vigilancia con cámaras de vigilancia)”, se lee en la disposición firmada por el fiscal David Mancini y su adjunta Angela D’Egidio. Luciani fue asesinado, con “unos 25 golpes con arma blanca y tocando zonas vitales del cuerpo, provocándole la muerte, provocándole torturas y operando con crueldad pateando y escupiendo a Luciani mientras yacía en el suelo sin vida”.

“Conocimos a Christopher – dice uno de los adolescentes – que tenía que darle dinero a…, quien dijo que se había convertido en una cuestión de respeto”, se lee en los documentos. “Nos acercamos a los silos para hablar, Christopher preguntó por qué traía a sus secuaces con él. Luego nos dirigimos hacia el pequeño parque en Via Raffaello Sanzio y noté que… tenía una pistola pequeña.”

En ese momento se encontraban en el parque 3, los dos autores del crimen, más otro niño, testigo, el que luego, impactado, al ver la sangrienta escena, regresará con su padre y le contará lo sucedido y activó, a las 21.03 horas, la maquinaria judicial y de salvamento. “Uno – dice el testigo – le dio 15 puñaladas” y el otro “luego tomó el cuchillo, de hoja negra, y le dio diez más. Me alejé y fui con los demás. No reaccioné de ninguna manera. Christopher hizo ruidos de muerte y le dijeron que se callara. Estaba en el suelo, con una pierna cruzada sobre la otra, doblado en el suelo, expuesto a golpes en el costado derecho. Me quedé en shock, no sabía qué hacer, quería detenerlos pero no sabía cómo. Mientras lo hacían parecía que sus mentes ya no estaban allí. Salimos por la entrada derecha. Salí temprano, mientras todavía lo apuñalaban. Salí del callejón y fui con los demás. En ese momento les conté a los demás lo que había sucedido. Luego, cinco minutos después, los dos sospechosos salieron.

“Ahora no recuerdo exactamente el orden cronológico de las sentencias pero hablaban de los apuñalamientos propinados a Christopher. Recuerdo que uno se cambió de ropa, llevaba una muda de ropa detrás en una mochila. Recuerdo que tenía una camiseta negra y luego se puso una camiseta negra del mismo color. Fuimos a la Cruz del Sur donde nos bañamos. Primero se lo hizo a sí mismo… y trajo consigo un calcetín largo de…, ensangrentado, con un cuchillo adentro, que arrojó hacia las rocas. Mientras caminábamos”, uno de los sospechosos dijo “que esto debería haber quedado entre nosotros cinco”.

En el parque los chicos “compraron hierba por valor de 10 euros y luego la fumaron en la playa…”.

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