“Se puede morir sólo por las cámaras. Y el barrio Umberto I corre el riesgo de morir”

“Se puede morir sólo por las cámaras. Y el barrio Umberto I corre el riesgo de morir”
“Se puede morir sólo por las cámaras. Y el barrio Umberto I corre el riesgo de morir”

Leemos, muy a menudo, sobre los meritorios controles, sanciones y detenciones en el barrio de Umbertino por parte de la policía. La noticia sólo puede alegrarnos a mí y a los ciudadanos: la legalidad es un aspecto fundamental para cualquier comunidad que quiera definirse y ser tal. Creo que todos estamos de acuerdo en esto. Empezaré diciendo que hablo desde el corazón, nací en ese barrio y crecí en esos lugares. El rasgo principal de Umbertino fue el sentido de comunidad y solidaridad que se sentía. La socialidad estaba muy arraigada y desarrollada. Hoy todo esto se ha reducido y debilitado, la sociedad ha cambiado radicalmente y no siempre para mejor.

Estoy convencido de que tener un mayor nivel de sociabilidad y construir comunidad siguen siendo dos elementos esenciales para una vida de calidad en la zona. Si no trabajamos por este objetivo, y solo continuamos con la sacrosanta y ahora necesaria política represiva, nunca daremos una perspectiva diferente al barrio de Umbertino y a sus vecinos. La ambición debe ser tener “cero detenciones”, porque significaría haber logrado tener un impacto positivo en esa realidad compleja y difícil. Muchas tiendas han cerrado, ya no hay cajeros automáticos, la histórica y última tienda de comestibles ha cerrado. ¿Por qué no pensamos en incentivos para mantener la presencia del comercio de barrio en los barrios?

La decoración deja mucho que desear, la vivienda pública necesita urgentemente mantenimiento para poder vivir en ella. Necesitamos trabajar para hacer cumplir las normas mínimas de convivencia entre las personas. ¿Existe alguna idea para abordar la cuestión de las dificultades, especialmente entre los jóvenes? Es urgente que la administración municipal trabaje en un proyecto que aborde los distintos problemas (económicos y sociales) para intentar revertir la situación actual. Quienes vivimos en el barrio y en el barrio debemos ser parte de este intento de renacimiento. Soy consciente de que no es fácil intervenir, pero estoy seguro de que, una vez analizados y enfocados los problemas y las necesidades, las instituciones, colaborando entre sí, pueden hacer algo. De lo contrario, los continuos esfuerzos en materia de orden público corren el riesgo de ser en vano. El problema ya no se puede dejar de lado. La solución no puede ser simplemente difundir el barrio con cámaras, que sin duda son útiles. Puedes morir solo por las cámaras. Y el barrio Umberto I corre el riesgo de hacerlo.

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