La ciudad de Potenza en manos de los “Señores”

Sócrates lo dijo, si no me equivoco: “Sólo es sabio el que sabe que no sabe, no el que se engaña a sí mismo con el conocimiento y, por tanto, ignora incluso su propia ignorancia”. Los ciudadanos o, si se quiere, los votantes como siempre son destinatarios de una enorme cantidad de información sobre candidatos, coaliciones, supuestos programas para la Ciudad y, sin embargo, no saben lo que realmente sucede. Así que intentemos explicarlo de nuevo. La segunda vuelta entre Telesca y Fanelli el próximo domingo y lunes es un desafío que poco tiene que ver con los intereses de los ciudadanos y de la ciudad. Es una puesta en escena bien planificada mediática y políticamente por personas y grupos que siempre han decidido cómo es el tiempo en los cielos de la capital y más allá.

Actúan imperturbables gracias al sopor de los ciudadanos apáticos, a la ingenuidad de los demás, a la maldición egoísmo de otros más. Se paga el precio de una sociedad local carente de política y de participación. Escasez y vacío llenados con el tiempo por una subcultura de bienestar y un desgaste del sentido de comunidad. Y no existe ningún “desfile turco” que sirva para simbolizar la confusión en la que se encuentra la ciudad. Y no hay San Gerardo a quien le importe, un aniversario que ha perdido la profundidad espiritual del pasado para transformarse en un instrumento de folklore.

La cultura comunitaria de pertenencia está en continua desintegración desde hace al menos 30 años, está deshilachada. Está la velocidad de una parte de la sociedad que sigue avanzando en términos de ingresos, posición, capital de prestigio; está la velocidad de una parte de la sociedad que se frena, retrocede, empeora y crea problemas de otra índole. La red extendida de vínculos comunitarios es una red familiar de astucia. Potenza es el centro de una política que consume la confianza, erosionando los fundamentos morales de la convivencia social. La ciudad está muy cerca de lo que Censis alguna vez llamó la sociedad del mucílago. Una ciudad blanda y pesimista, un mucílago de individualismo y adornos personales. Un mucílago que oscila en una sociedad vacía, banal, incapaz de generar cohesión y desarrollo.

Así quieren la ciudad los “señores” locales. Así lo construyeron con la complicidad de ciudadanos inconscientes y servidores conscientes. Alrededor de esos señores crecieron jóvenes y muchachas de la grotesca y parasitaria pequeña y media burguesía, gente que vive de las apariencias y de las vilezas baratas. Agitadores a menudo sin educación, pero hábiles, de retórica “vulgar”, que aspiran al poder y a los salarios en la administración pública.

Telesca y sus parientes, Fanelli y su séquito, son hijos de esos señoríos eternos, que se regeneran por herencia y transforman todo sin cambiar nada salvo lo mejor para ellos y lo peor para los ciudadanos. Gane quien gane en el balotaje, el desafío es entre viejos y nuevos señoríos, pero tampoco: porque en los viejos hay pedazos de los nuevos y en los nuevos está la huella de los viejos.

La ciudad cambiará de rostro cuando esté dirigida por un alcalde, un consejo y una mayoría de gente culta y visionaria. Personas que toman el pensamiento, el estilo y la educación como base de su acción. Que sepan invertir en el futuro de la capital y de sus ciudadanos, más que en la carrera de Tizio, en la licencia de obras de Caio y en la fortuna de Sempronio. Y esto sucederá cuando la gente de Potenza lo quiera, si es que lo quiere.

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