Reformas, Europa, deuda, Pnrr: ¿hacia dónde quiere ir Italia?

Todo en 48 horas: después de la cena del lunes (por ahora infructuosa) entre los líderes sobre los nombramientos para las cumbres de la UE, en rápida sucesión llegó la prueba de fuerza de la mayoría de centro-derecha con el primer sí al (fallido) italiano -estilo primer ministro y la luz verde final, ¡y de noche! – a la no menos enmarañada autonomía regional diferenciada. Por último, el evidente inicio por parte de la Comisión Europea del procedimiento contra Italia (y otros 6 países) por el elevado déficit. Y no se puede descartar que el sí al expediente de la autonomía haya sido anticipado apresuradamente precisamente para intentar ocultar las malas noticias que llegan desde Bruselas, por lo que está crepitando esta votación poseuropea en la que, como era de esperar, todas las cuestiones llegan a un punto crítico. Y para el gobierno de Meloni, después de 19 meses de navegación relativamente tranquila, ha llegado el momento de adentrarse en mar abierto y demostrar sus capacidades reales. Será difícil llevar todo a casa: habrá que dejar algo en la calle. Y el “qué” y el “cómo” decidirán el próximo destino del país. Fortalecido por la confirmación de las urnas, el primer ministro y líder de la FDI ha decidido empezar a avanzar en las reformas (también está en juego la separación de las carreras de los magistrados, querida por Fi), las medidas que más marcan el carácter político de esta coalición. Sin reservar tiempo suficiente para el diálogo con los demás partidos y, de hecho, marcando el territorio con demostraciones de fuerza que sumergieron la sesión parlamentaria en escenas de trifulca definidas ayer por el presidente Mattarella como “indecorosas”. Por si fuera poco, para complicar el panorama, todo sucede en una fase en la que Meloni es llamada a alguna definición de su eterna doble naturaleza: demasiado moderada para sus amigos europeos, de Orban a Morawiecki (y ahora presionada por un exuberante Le Pen), y demasiado extrema para otros, tanto en Italia como en Europa (véase Scholz). Ya se ha escrito mucho sobre las reformas. En un ranking de preocupaciones preventivas, la presidencia prevalece sobre una autonomía que, de alguna manera, ya existe para la asistencia sanitaria (donde la gestión de los fondos es actualmente local, descentralizada) y para la que podría ser más fácil adoptar medidas correctoras en carrera. Pero los riesgos de una mayor división del país siguen siendo altos. Es de esperar que las iniciativas de referéndum ya anunciadas por la oposición no exacerben aún más el clima elevando el tono (¿podemos realmente hablar de “democracia bajo ataque”?) y socavando su cohesión. En cuanto a las finanzas públicas, hay que decir que las cuentas pasan la factura. Si es cierto que el Primer Ministro podrá encontrar alguna solución “conciliadora” a nivel europeo (hay rumores de un ojo de Bruselas, con la designación adjunta de un comisario italiano “importante”, a cambio de un acuerdo verde tácito luz para la reelección de Von der Leyen), lo cierto es que las cuestiones ocultas detrás del procedimiento iniciado ayer, tras la larga pausa de la pandemia, exigen una nueva elaboración de las políticas nacionales. También porque, relacionado, hay otra cuestión que nos tiene en la mira en Bruselas: conseguir una prórroga del plazo, ahora a finales de 2026, de los programas financiados con el Pnrr, dado que hasta ahora no hemos gastado ni siquiera el 50 de los casi 195 mil millones de recetas mágicas disponibles no existen. Sin duda, es necesario poner en orden a un Estado “cargado”, con 1.100 millones de gastos en gran parte improductivos, teniendo al mismo tiempo la previsión de tomar medidas para afrontar el problema demográfico, que será cada vez más acuciante, y salvaguardar juntos la Sistema de Salud los verdaderos focos de pobreza del país. Es una tarea enorme, para toda una legislatura, que requiere una cultura de gobierno “plena” y no partidista. Más aún, en un contexto internacional destinado a imponer obligaciones que quizás aún se desconocen. Por algún lado tenemos que empezar, por supuesto. Pero también es importante saber cómo corregirse rápidamente si toma la dirección equivocada.

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