Bajo la funda de su iPhone Bruno Cidoni, el calabrés trasplantado a Catania que acabó esposado por tráfico de drogas, guardaba la imagen de la Virgen del Santuario Polsi. Los agentes de policía de Catania lo descubrieron al realizar una incautación a finales de diciembre de 2020. De ahí el nombre de la redada que tuvo lugar anoche y que provocó 13 detenciones entre Catania y Reggio Calabria. Cidoni no es un cualquiera. En el pasado hizo negocios con peces gordos del ‘ndrine de San Luca. Incluso en 2004 era socio de una empresa constructora de Ciccio Pelle Pakistán.
Pero ¿cómo hemos logrado reconstruir el negocio de Cidoni, que tenía a Antonio Pezzano como su más cercano colaborador? La policía vigilaba la casa de Carmelo Scilio “aricchiazzi”, que en ese momento se encontraba bajo arresto domiciliario, y las cámaras captaron el rostro de Cidoni. A partir de aquí se abrió una nueva línea de investigación que documentó al menos 20 cargamentos de cocaína.
Hay un momento decisivo. Es decir, la detención de Francesco Sedici, repartidor de drogas, el 4 de noviembre de 2011. Hasta ese día, la cocaína llegaba por la noche y por la tarde en coches equipados con compartimentos para ocultar la sustancia estupefaciente. Y la droga era procesada directamente en el domicilio de Cidoti, en via Beata Giovanna Jugan, en el barrio de San Giovanni Galermo. Tras la captura de Sedici, los envíos llegaron a Catania a bordo de camiones articulados. Incluso si este método ha aumentado el precio de los panes. Y la base de operaciones fue trasladada a Via Tellaro, en San Giorgio, a casa de Pietro Sedici, hijo del mensajero que había acabado en la cárcel.