Historia y acontecimientos humanos del puerto de Trieste en las memorias de Sibelia

Historia y acontecimientos humanos del puerto de Trieste en las memorias de Sibelia
Historia y acontecimientos humanos del puerto de Trieste en las memorias de Sibelia

Cuando empezó a trabajar como trabajador portuario, en los años 60, en su primer día de trabajo Claudio Sibelia le asignaron cargar cemento en bolsas en un velero amarrado en el muelle de Pescheria. Era verano y los camiones llegaban directamente desde Italcementi, cargados con sacos de media tonelada de cemento recién horneado y aún caliente.

Los estibadores debían recibir la eslinga de 20 sacos a la vez y meterlos en la bodega: debían ser rápidos en sus maniobras y tener mucho cuidado de no lastimarse, porque la base de este trabajo ocasional era el trabajo a destajo.

El desembarco del atún (foto de Lo Schiavo).

«En casi treinta años de vida portuaria hay muchos recuerdos, emociones, vivencias y mucho cansancio físico. Especialmente en los primeros ocho años, cuando el trabajo para nosotros, los ocasionales, era precario, mal pagado y agotador”, recuerda Sibelia, quien después de toda una vida trabajando para la compañía naviera y actuando como secretaria de la sección PCI del puerto, una vez que dejó Al jubilarse en 1985, comenzó a trabajar duro y recopiló – examinando archivos públicos y privados y diarios personales – una cantidad considerable de noticias, historias, acontecimientos y anécdotas de la vida en el puerto de Trieste. Reunió todo en un libro, que permaneció cerrado en un cajón durante años, hasta que el Instituto Regional de Historia de la Resistencia y de la Edad Contemporánea decidió publicarlo.

La descarga de fardos de celulosa (a partir de fotografías de R. Arcion-F. Angelini)

Nació el volumen “Lo llevo en mi corazón. Memorias, historias y protagonistas a través de la mirada de un trabajador portuario” (Irsrec Fvg 2024, páginas 280, 16 euros), que será presentado por el autor, con Mauro Gialuz (Irsrec Fvg) y Francesco Palmiro Marianidirector general de la terminal de pasajeros de Trieste, Jueves a las 17.30 horas en la sala Oceanía de la estación marítima.

“El puerto en el corazón” es un tomo que reúne materiales compuestos: está la memoria personal de Sibelia acompañada de algunos de sus poemas, pero también una reconstrucción de la macrohistoria del puerto, desde el nacimiento del emporio comercial en 1700. al Novecento de los años 1980, acompañado de numerosos documentos y fotografías de la época. Hilo común El eje de la narrativa es el papel desempeñado por los trabajadores portuarios y sus organizaciones en el desarrollo no sólo del puerto de Trieste, sino de toda la ciudad. El volumen recuerda los momentos más significativos del crecimiento del emporio juliano: Sibelia comienza en 1719, cuando el puerto obtuvo la licencia de Puerto Libre, y recuerda 1891, fecha de la creación de un organismo portuario autónomo para la administración de los nuevos almacenes. General.

El autor recuerda las intervenciones estatales en el “tormentoso” desarrollo capitalista del aeropuerto, de las que Marx también se ocupó en dos artículos de 1857 publicados en el “New York Daily Tribune”. La parte relativa a la organización de los trabajadores se desarrolla a partir de las “ganghe”, pseudocooperativas que emanan directamente de las compañías navieras.

Del ganghe llegamos a las empresas portuarias, creadas en 1931 por el régimen fascista, ocupándose de su desarrollo y su posterior transformación. Como buena sindicalista, Sibelia documenta en detalle las luchas de los trabajadores, desde la huelga de los fogoneros de Lloyd de 1902 hasta la década de 1970, una temporada de grandes luchas nacionales. Así como la toma del poder por parte del fascismo, que en pocos años obtuvo el control total de todo el puerto. En 1938, con la colocación de la primera piedra en presencia del Duce, se inició la construcción de la Casa del Trabajador del Puerto. Que en pocos años cambiaría de manos varias veces: sería ocupada por los nazis en 1942, por las tropas yugoslavas el 1 de mayo de 1945 y, tras la liberación, hasta 1954, por el Partido Comunista del Territorio Libre de Trieste.

En cuanto a su historia personal, Sibelia cuenta con gran detalle el microcosmos del puerto: un lugar, recuerda Gialuz en la introducción, donde uno entraba con nombre y apellido y luego los perdía en favor de un apodo, que se quedaba pegado a cada uno de ellos. trabajador portuario por el resto de tu vida. Un apodo atribuido para connotar características físicas y mentales, modos de hacer las cosas, anécdotas: aquí está el clásico cocal, el ‘talian, el cugno, pero también el más imaginativo “hocico de lluvia”, “testa de cordero”, “schena de vaso” “. Pero el puerto era también un lugar donde se aprendía a convivir, y tal vez incluso a hacerse amigos, con colegas de Friuli, Karst, Puglia, y donde junto al egoísmo y la astucia «había ayuda, generosidad, solidaridad, un gran orgullo de pertenencia y defensa de la categoría”. Porque si dentro de él se podía burlar de los compañeros y criticar a la dirección, las protestas que venían de fuera de ese mundo aparte no eran aceptadas: los trapos sucios siempre se lavaban en casa, dentro del puerto y en su comunidad.

El volumen, que Sibelia dedica a la memoria de los fallecidos en el trabajo, es también precioso por las fotografías de época que contiene: numerosas imágenes de momentos de trabajo, desde la descarga de fardos de caucho hasta la carga de contenedores en un camión, desde la visita de los jerarcas fascistas a las manifestaciones y huelgas de los años 70 y 80, hasta el equipo portuario que llevó ayuda a las víctimas del terremoto de Friuli en 1976.

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