Salvatore Vella: doce años de desafíos y crecimiento en la Ciudad de los Templos

Salvatore Vella: doce años de desafíos y crecimiento en la Ciudad de los Templos
Salvatore Vella: doce años de desafíos y crecimiento en la Ciudad de los Templos

De la lucha contra la mafia a la gestión de la inmigración, el magistrado deja Agrigento para un nuevo encargo en Gela

En Agrigento nunca ha faltado la materia prima para la justicia: mafia, drogas, política, crimen, explosiones. Todo y mas. Pero Agrigento, a diferencia de otras fiscalías italianas, también enfrenta un problema único: la inmigración, con Lampedusa en el centro del mundo. Es aquí donde Salvatore Vella, en doce años de servicio, ha transformado cada desafío en una oportunidad de crecimiento profesional y personal.

Cuando llegó a Agrigento, hace doce años, le advirtieron: “Cuidado, en Agrigento no es fácil”. Y todos sabemos que Agrigento no es fácil. También sabemos que la ciudad de los templos es un gran gimnasio, de esas ciudades que o la odias o te entra en el corazón. “Me alejo de puntillas. Agrigento es una tierra que inevitablemente deja su huella, un gran campo de entrenamiento que siempre llevaré en mi corazón”. Estas palabras, pronunciadas en su último día en la Ciudad de los Temples como fiscal adjunto, suponen un afectuoso saludo de Vella a la prensa.

No una conferencia ritual, sino un encuentro cordial con los operadores de información que acompañaron al magistrado en su experiencia en Agrigento. A partir del próximo 2 de julio comienza un nuevo capítulo para Salvatore Vella, nombrado fiscal de Gela. Vella nunca levantó muros. Investigó y envió a juicio, obteniendo condenas y absoluciones. Sin duda hay que reconocer sus cualidades humanas. La relación con la prensa fue colaborativa, abierta y sincera. Un fiscal que será extrañado en Agrigento y para quien no se excluye un regreso. Tal vez.

Han pasado doce años desde que Vella, entonces fiscal adjunto, se instaló en una habitación en medio del pasillo del quinto piso del Palacio de Justicia. “Nunca hubiera pensado en dejar Agrigento como fiscal – comentó – y esto representa una gran satisfacción para mí”. En estos más de diez años, primero como suplente, luego como asistente y finalmente como empleado interino, ciertamente no ha faltado trabajo. “Una tierra complicada y difícil que inevitablemente te deja huella. Agrigento es un campo de formación útil en la carrera de magistrado y por eso lo llevaré siempre en mi corazón”.

Vella pasó de hacer declaraciones a la prensa local a la prensa mundial. Ha visto pasar por esta provincia a ministros, primeros ministros, jefes de Estado e incluso al Santo Padre. Vio y encontró la mirada de desesperación en el drama de la emigración. Ataúdes, todos reales. Tantos cadáveres, gente asesinada, e investigó un vasto territorio sin perder nada.

En Agrigento, Vella enfrentó un trabajo que muchos considerarían un infierno, transformándolo en una experiencia de aprendizaje que marcó de forma indeleble su carrera. Su partida marca el final de una era para Agrigento, una ciudad que vio en él no sólo a un magistrado, sino a un hombre de gran humanidad e integridad. Salvatore Vella abandona Agrigento, pero su legado permanecerá, con la esperanza de poder volver algún día a recorrer los pasillos del Palacio de Justicia que llamó su hogar durante doce años.

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