Desde 2017 ya no puede masticar.

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PERUGIA – En una familia, como sabemos, los harapos también pueden volar. Pero si vuelan bofetadas y puñetazos es muy diferente y mucho más grave. Especialmente si en una disputa…

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PERUGIA – En una familia, como sabemos, los harapos también pueden volar. Pero si vuelan bofetadas y puñetazos es muy diferente y mucho más grave. Sobre todo si en una discusión violenta todos los dan y todos los quitan pero un padre termina golpeando en la cara a su hija que, desde 2017, ya no puede masticar. No le “arrancó los dientes” en el sentido literal, pero ese golpe – inicialmente catalogado como pronóstico de 12 días – le provocó daños permanentes en su masticación, con necrosis de los incisivos y, por si fuera poco, de la desviación del tabique nasal. Todo por haber defendido a la madre a quien -de buena fe o no- se le había impedido acceder a algunas habitaciones del antiguo domicilio conyugal.

Esto es lo que se esconde detrás del proceso de apelación, del que se informa en las últimas semanas en estas columnas, del hombre absuelto por haber cambiado las cerraduras de tres habitaciones de la antigua casa familiar que le había asignado la sentencia de separación. Condenado inicialmente a 8 meses de prisión, una multa de 200 euros y un total de 10.000 euros de indemnización contra su exmujer y su hija, fue absuelto por los jueces de segunda instancia de los cargos de violencia privada y evasión de autoridad del juez. orden «porque los hechos (es decir, llamar al cerrajero para cambiar las llaves, ndr.) no constituyen delito». Pero esa denuncia también surgió por la furiosa discusión que se desató en la casa cuando madre e hija, ahora domiciliadas en otro lugar, llegaron al domicilio anterior y encontraron literalmente las puertas trancadas. Puertas con cerraduras nuevas, excepto la habitación que el juez dejó a disposición del excónyuge en la sentencia de separación. Con una decisión que evidentemente, en el actual estado de cosas, definitivamente no tuvo en cuenta las profundas tensiones familiares. En cualquier caso, si en términos de derecho fueron necesarios dos grados de juicio (y ahora habrá un tercero) para establecer todo y lo contrario de todo, es fácil imaginar cómo sin jueces y cancilleres se inició en aquel entonces una discusión muy animada. casa. . Las dos mujeres contra el hombre, de las palabras pasamos a los hechos y de ahí a urgencias. Es el 30 de mayo de 2017: el hombre, que ahora tiene 70 años, sufre enrojecimiento del ojo (“hiperemia conjuntival”) y abrasiones en el tronco y las extremidades que se consideran curables en 4 días, mientras que el ex sale del hospital con una “contusión de región frontal y órbita derecha, contusión de pirámide nasal, pequeño desprendimiento laminar en la base de la falange media del tercer dedo” y pronóstico de 25 días. Las cosas son aún peores para la hija, que ahora tiene 48 años, quien, a consecuencia de esos “golpes lanzados en la cara y en particular en el pómulo izquierdo”, reconstruye la oficina del fiscal, denuncia contusiones, una “mínima infracción de la nariz huesos” y sobre todo una “subluxación de los incisivos superiores”. Lo cual, como explicó en una consulta posterior, se convirtió en una desviación del tabique y la necrosis de los dientes que para ella todavía hoy y siempre significan la imposibilidad de masticar bien. Una historia de violencia familiar en la que, más allá del dolor del final de una historia, las dificultades y los resentimientos mutuos, un padre golpea en la cara a su hija que se interpone en el camino para defender a su madre. Los tres siguen siendo juzgados por estas lesiones ante la jueza Loretta Internò, y el hombre – defendido por los abogados Francesco Blasi y Fernando Mucci – debe también defenderse de la agravante de haber actuado en perjuicio de su hija. Mientras que la exmujer, asistida junto con su hija por la abogada Chiara Lazzari, ya recurrió ante el Tribunal Supremo la absolución por la historia de los mechones. Con una familia que lleva 7 años entrando y saliendo de los juzgados y ninguna llave podrá cerrar toda esta tristeza.

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