«Teníamos médicos en Castello, ¿por qué traerlos de Bolonia?»

«Recientemente hemos conocido los constantes anuncios de la llegada de profesionales “Rizzoli” al hospital Castellano, definiendo también detalles como el quirófano dedicado a uso exclusivo, espacios específicos como clínicas y almacenes de equipos Rizzoli además de las zonas de hospitalización que supondrán una nueva remodelación de los locales que en los últimos años han visto un “hacer y deshacer” dejando a los ciudadanos cada vez más desanimados. ¿Quizás hemos avanzado hasta ahora sin una visión clara y con visión de futuro? En toda esta confusión organizativa, debemos preguntar a las instituciones pertinentes, como la Autoridad Sanitaria Local de Piacenza y la Conferencia Sociosanitaria formada por los alcaldes de la Provincia, cuáles fueron las ventajas económicas y organizativas que llevaron a la decisión de cerrar el compleja unidad operativa de ortopedia y traumatología que en Castelsangiovanni siempre ha desempeñado su muy útil función con un equipo formado por jóvenes profesionales motivados a quedarse para organizar posteriormente la llegada de otros ortopedistas. ¡Teníamos médicos! ¿Por qué hoy tenemos que recurrir a profesionales de Bolonia? ¿Cuáles son las verdaderas ventajas? ¿Cuánto del acuerdo se dedicará a estas intervenciones y cuánto será privado? De la lectura del contrato firmado por la Autoridad Sanitaria Local y el Instituto Rizzoli se desprende claramente que el objetivo del IOR, a pesar de ser una empresa de titularidad pública, está esencialmente vinculado a la búsqueda de una remuneración a cambio de las actividades realizadas en el hospital de Castello. El Ausl será responsable del suministro de una parte de los equipos, de los espacios equipados y del personal que se confiará, al mando, a la gestión del IOR, además de reconocer que el Instituto boloñés, como “empresa productora”, no sufrirá pérdidas también por las actividades en freelancer. El traspaso de la gestión de la ortopedia al IOR dejaría también inalterado el futuro del hospital Castellano que, para el resto de sus actividades, quedará, como prevé el plan sanitario sancionador, reducido a una guarnición territorial sin PS y// o Pppi (punto de primeros auxilios) sustituido por una simple actividad ambulatoria (Cau) gestionada por médicos de familia. Por último, es necesaria una última observación: conociendo los problemas de la cada vez menor disponibilidad de alojamiento en el país, ¿cómo se puede conciliar la llegada de personal sanitario de Bolonia con la movilidad activa prevista, que traerá un número cada vez mayor de cuidadores y sus familiares a Castello, sin haber pensado todavía en crear instalaciones de alojamiento adecuadas en los alrededores del hospital. Concluyo observando cuántos y sustanciales recursos se han utilizado para debilitar y cerrar servicios de salud enteros en detrimento de los pacientes. La narrativa de Ausl ha visto el uso de un lenguaje capaz de endulzar la amarga y triste realidad, digno del marketing corporativo más agresivo. Para los pacientes de Castellano y de más allá, además del engaño, también hay burla”.

Silvia Brega (Coordinación provincial de salud y medicina territorial)

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